El declive que están sufriendo los anfibios en todo el mundo es un hecho aceptado que preocupa a gestores, científicos y colectivos conservacionistas. Aunque no puede decirse que haya un consenso general sobre las causas, su biología los hace un grupo muy vulnerable ante impactos locales que destruyen, alteran y contaminan los hábitats. También pueden incluirse otros factores relacionados con la presión humana como la introducción de especies exóticas o la irrupción de enfermedades emergentes. En un escenario árido, como la Región de Murcia, es urgente reforzar los esfuerzos de gestión y adoptar medidas que mitiguen estos problemas.
La península Ibérica destaca dentro del contexto europeo por el número de especies y el carácter endémico de muchos anfibios, lo cual se acentúa en el sureste árido debido a su notable importancia biogeográfica (1). La Región de Murcia aporta un rasgo propio, ya que aquí coinciden los límites del área de distribución de varias especies. Además, junto con la provincia de Almería, conforma una de las zonas más áridas de Europa y sus anfibios han desarrollado peculiares estrategias de adaptación para hacer frente a la extrema irregularidad del régimen de precipitaciones o al escaso número de cuerpos de agua permanentes.
Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.