El palmito es una pequeña palmera propia del clima mediterráneo que puede utilizarse con mucho provecho para revegetar, recuperar o restaurar cualquier terreno degradado. Cumple con una función facilitadora para el crecimiento de otras plantas y sirve de posadero a los pajarillos que se encargan de dispersar semillas.
Por Pedro José Garrote y José María Fedriani
La transferencia de conocimiento entre científicos y profesionales encargados de su aplicación sobre el terreno, como gestores, restauradores y técnicos, resulta indispensable para el adecuado manejo de nuestros ecosistemas. Sin embargo, este flujo de información no siempre tiene lugar de una forma totalmente eficiente. En este contexto, numerosos investigadores, tanto nacionales como internacionales, han recomendado el uso de arbustos nodriza en los planes de reforestación y regeneración vegetal desde diferentes plataformas de divulgación y comunicación científica.
Bien es sabido que el papel ecológico de estas plantas genera multitud de beneficios. Entre ellos destaca la generación de microclimas favorables (mayor sombra y humedad, menor temperatura y radiación solar) para el desarrollo y supervivencia de los plantones que crecen bajo ellas, así como la protección frente a los daños causados por los herbívoros (consumo y pisoteo). Sin embargo, su uso es mínimo en comparación con las técnicas de reforestación tradicionales, una de cuyas principales premisas es la eliminación de la vegetación arbustiva existente por ser considerada competidora. Pero no sólo se obtienen numerosos beneficios ambientales (mayor supervivencia de plantones, menor erosión del suelo, recuperación de interacciones ecológicas, progresión natural de la sucesión vegetal) sino también económicos. El uso de arbustos nodriza evita que aumenten los gastos derivados de la maquinaria que suele utilizarse para preparar el terreno y de las mallas metálicas y los corrugados para colocar los llamados “protectores grises”. Además, las plantas nodriza reducen el impacto visual de dichas estructuras en el paisaje, así como el uso de los tubos protectores de plástico que, con demasiada frecuencia, acaban deteriorándose y siendo abandonados en el campo.
Autores:
Pedro José Garrote García es investigador postdoctoral Juan de la Cierva en la Estación Biológica de Doñana (CSIC). Previamente se doctoró en Biología en la Universidad de Lisboa (Portugal), donde inició su línea de investigación sobre recolonización y restauración de zonas alteradas por el hombre a través de las interacciones planta-planta y planta-animal.
José María Fedriani Laffitte es científico titular del CSIC en el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (Moncada, Valencia) y la Estación Biológica de Doñana (Sevilla). Investiga cómo las perturbaciones de los ecosistemas alteran las interacciones entre plantas y animales.
Dirección de contacto:
Pedro J. Garrote
Estación Biológica de Doñana
pedro.garrote@csic.es