El marcaje individual de animales es una herramienta fundamental para la investigación y el seguimiento de las poblaciones de fauna salvaje. Dentro de los métodos existentes, el anillamiento ha demostrado ser muy eficaz para el estudio de aspectos tales como dinámica poblacional, migración, ecología y comportamiento, a su vez básicos para la gestión y conservación de los espacios y las especies (1).
Esta práctica científica, basada en el uso de anillas metálicas estandarizadas, ha sido fundamental para descubrir las rutas migratorias de aves y murciélagos y lo sigue siendo para determinar parámetros demográficos que nos ayudan, por ejemplo, a entender las tendencias de las poblaciones de las especies y su relación con el cambio de los hábitats y los usos del suelo (2).
Las aves son el grupo faunístico más destacado que ha sido anillado sistemáticamente. Se trata de animales relativamente abundantes, accesibles y fáciles de capturar, lo que ha propiciado la popularización de su anillamiento en los últimos treinta años. Actualmente, en Europa se anillan unos cuatro millones de aves al año y en España más de 400.000.
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