Un nuevo contexto empieza a percibirse para Margaritifera auricularia, una de las náyades más amenazadas de Europa. La cría en cautividad ha obtenido avances significativos, con juveniles que alcanzan ya los tres años de vida. Además, en su hábitat natural continúan apareciendo ejemplares jóvenes. Por contra, desde 2013 somos testigos de una elevadísima mortalidad de individuos adultos en el Canal Imperial de Aragón, sin duda, el principal bastión de esta especie en España.
por Keiko Nakamura y otros autores
En marzo de 2008, hace ya casi una década, describimos en esta misma revista la alarmante situación en la que se encontraba la margaritona (Margaritifera auricularia), una gran náyade de agua dulce que sobrevive únicamente en el Ebro, sus canales adyacentes y algunos ríos de Francia (1). En ese momento, la cuenca del Ebro contaba con una población adulta, sin que hubiera ningún ejemplar censado de talla pequeña. Una falta de reclutamiento que, entre otras causas, podía deberse a la desaparición de sus peces hospedadores. Aunque las tasas de mortalidad eran entonces muy bajas, parecía que una de las mayores poblaciones estaba abocada a extinguirse. Ante la falta de relevo generacional, la elaboración y puesta en marcha del Plan de recuperación de Margaritifera auricularia en Aragón había permitido iniciar los primeros trabajos para su cría en cautividad, intentos que durante años de intenso trabajo no tuvieron avances significativos. El panorama era una situación estancada ante lo que parecía un escollo sin solución: conseguir el crecimiento de ejemplares juveniles en cautividad.
Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital.
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