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Una conducta no descrita hasta la fecha en esta especie

El acarreo de plumas como ornamento sexual en el herrerillo común

Por Vicente García-Navas y Juan José Sanz

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Macho de herrerillo común con una presa en el pico a la entrada del nidal donde cría a su pollada (foto: Vicente García-Navas y Juan José Sanz).
Macho de herrerillo común con una presa en el pico a la entrada del nidal donde cría a su pollada (foto: Vicente García-Navas y Juan José Sanz).
En el mundo animal es frecuente encontrar conductas extravagantes, espectaculares exhibiciones o construcciones elaboradas sobre cuyas características las hembras basan su elección de pareja y los machos su valoración del rival. Por ejemplo, la selección sexual impulsa a los machos de herrerillo común a transportar hasta su nido grandes plumas de rapaces. En las líneas que siguen analizamos dicho comportamiento e intentamos desentrañar el mensaje que encierra.
En la mayoría de las especies animales, los machos lucen vistosos ornamentos (plumajes llamativos, aparatosas cuernas) que actúan como caracteres sexuales secundarios. De acuerdo con la teoría de la selección sexual, la extravagancia de estos atributos se mantiene generación tras generación al actuar como una señal honesta de la calidad del individuo, una información valiosa tanto para las hembras como para los otros machos con los cuales compite. En un espectro más limitado de organismos, los machos utilizan rasgos no corporales como prolongación de su fenotipo. Este concepto de “fenotipo extendido” se refiere a las elaboradas estructuras que los machos de algunas especies construyen para atraer a las hembras, lo cual exige tiempo, energía y cierta habilidad (1). En el caso de las aves, las estructuras más comunes son las que se utilizan como nido o área de cortejo. Así pues, la fase de construcción del nido –labor que suele recaer en el macho– puede desempeñar una importante función en el proceso de elección de pareja (2).

El número de nidos construidos o su tamaño proporciona a la hembra información relevante a la hora de evaluar la calidad de su potencial consorte. Quizá el caso más llamativo de habilidades ligadas al comportamiento de construcción del nido sea el que exhiben los machos de pájaro pergolero (familia Ptilonorhynchidae), capaces de levantar complejas estructuras que adornan con diversos materiales como pétalos, bayas, hojas, alas de mariposa o élitros de escarabajo. El acarreo de materiales extravagantes al nido con función ornamental también ha sido descrito en algunas de las especies que podemos encontrar en la península Ibérica. Por ejemplo, el macho de la collalba negra (Oenanthe leucura) transporta piedras al nido aunque no cumplen ninguna función mecánica. Manuel Soler, Juan Moreno y otros autores comprobaron de forma experimental que este comportamiento es una exhibición dirigida a la hembra, la cual decide cuándo iniciar la puesta en función del vigor mostrado por el macho al trasportar las piedras hasta el lugar de nidificación (3).

Más recientemente, Pablo Veiga y Vicente Polo han mostrado que las hembras de estornino negro (Sturnus unicolor) transportan plumas al nido con una función ornamental, en respuesta al comportamiento de cortejo del macho, que consiste en acarrear materiales vegetales al mismo lugar (4). Dicho estudio indica que los estorninos no utilizan las plumas con una función aislante o termorreguladora, tal y como sucede en la gran mayoría de las especies (5, 6), sino que se colocan en el nido de forma conspicua, a modo de elemento decorativo. Además, estos autores encontraron que la capacidad de las hembras para transportar plumas estaba relacionada con su edad o experiencia reproductiva. Pues bien, a través de una investigación llevada a cabo durante varias primaveras en los Montes de Toledo, hemos podido comprobar que los machos de herrerillo común (Cyanistes caeruleus), una de las aves insectívoras más comunes en nuestros bosques, también adoptan una conducta similar (7). Los machos no contribuyen a construir el nido, tarea que recae exclusivamente en la hembra, pero sí se encargan de engalanarlo con plumas durante la puesta de los huevos. Una vez comenzada la incubación, dicho comportamiento cesa. Los resultados que presentamos a continuación evidencian que el acarreo de plumas al nido puede constituir una señal honesta de la calidad del macho y, por lo tanto, actuar como exhibición sexual o display, es decir, como un mensaje para la comunicación entre sexos.

Nidos decorados
Desde el comienzo de nuestros trabajos de campo en los Montes de Toledo, en concreto en el Parque Nacional de Cabañeros y en la finca de Los Quintos de Mora, un rasgo que centró nuestra atención fue el hecho de que en estas poblaciones los nidos de herrerillo común presentaran en ocasiones un vistoso aspecto debido a que su superficie estaba decorada con una cantidad variable de plumas. Algunas son de vistosos colores, como las de perdiz roja (Alectoris rufa) y abubilla (Upupa epops); otras proceden de especies esquivas o escasas en el medio, caso del martín pescador (Alcedo atthis); y, finalmente, algunas son de tamaño considerable, como ocurre con las plumas cobertoras y remeras de la paloma torcaz (Columba palumbus) y de las rapaces nocturnas.

Ninguna de estas plumas se deposita en el interior del nido, en contacto con los huevos, sino de forma conspicua, muy perceptible por el individuo que accede al interior de la oquedad o nidal que lo contiene. Por regla general, se encuentran fuera del cuenco, tapizando toda la superficie o situadas estratégicamente en los bordes y en las esquinas del nido.

Dirección de contacto: Vicente García-Navas • Área de Zoología • Facultad de Medio Ambiente • Universidad de Castilla-La Mancha • Avda. de Carlos III, s/n • 45071 Toledo • Correo electrónico: garcianavas@uclm.es >vicente.garcianavas@uclm.es



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