www.revistaquercus.es

El catálogo regional de especies protegidas no se revisa desde 1992

Es hora de enderezar el rumbo en la conservación de la flora madrileña

Es hora de enderezar el rumbo en la conservación de la flora madrileña

Por Juan Carlos Moreno, Marcelino de la Cruz, Felipe Domínguez, José María Iriondo, Juan Manuel Martínez, Felipe Martínez, Vicente Mazimpaka, Gabriel Moreno, Daniel Sánchez-Mata y Pablo Vargas

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Es urgente poner al día las herramientas legales que protegen la flora madrileña, a la luz de nuevas investigaciones y de los criterios científicos recientemente utilizados por la Administración central. De otro modo, el futuro de muchas especies puede verse seriamente comprometido en una comunidad autónoma con un fuerte componente industrial, saturada de infraestructuras y poblada por más de seis millones de habitantes.

A pesar de su tamaño relativamente reducido, la Comunidad de Madrid reúne una notable variedad de ambientes, lo que se traduce en una riqueza de especies vegetales nada desdeñable. En poco más de 8.000 kilómetros cuadrados encontramos tres grandes unidades geomorfológicas y paisajísticas: la sierra, la rampa o piedemonte y el valle del Tajo, con un desnivel altitudinal de 2.000 metros que comprende desde la cumbre del Peñalara (2.430 m) hasta el valle del Alberche en el término municipal de Villa del Prado. Estas diferencias explican la aparición de cuatro pisos bioclimáticos (crioro-, oro-, supra- y meso-mediterráneo), a los que se añade una influencia atlántica que se acentúa hacia el suroeste del territorio siguiendo el trazado del sistema Central (1). Además, la geología añade otra fuente de cambio ambiental y oportunidades para las plantas, con suelos desarrollados a partir de granitos, gneises, pizarras, calizas, margas y yesos.

En la Comunidad de Madrid, la flora vascular (plantas con flores y helechos) cuenta con alrededor de 2.450 especies y subespecies, lo que supone algo más del 30% del catálogo florístico español (que llega hasta los 8.000 taxones entre la Península, Baleares y Canarias). Sin embargo, apenas puede hablarse de algún endemismo vascular madrileño en sentido estricto, ya que las fronteras con las comunidades autónomas vecinas no son filtros impenetrables para la difusión de las plantas. Lo mismo puede decirse de los briófitos, de los que cerca del 40% de los 1.100 taxones que componen la brioflora peninsular está representado en el territorio madrileño, cifra que seguramente aumentará a medida que vayamos explorando y conociendo mejor nuevas áreas; en la actualidad, algo menos del 25% de los municipios de la Comunidad de Madrid tienen alguna referencia briológica. Tampoco hay musgos endémicos, pero abundan las especies raras en el contexto peninsular –generalmente ligadas a hábitats singulares– y, en la mayoría de los casos, susceptibles de sufrir alguna forma de amenaza.

Por otro lado, las estimaciones sobre la micobiota española (hongos y líquenes) giran en torno a las 30.000 especies, aunque actualmente no disponemos de una lista para todo el país ni tampoco para la Comunidad de Madrid. En cualquier caso, es relevante destacar el importante papel ecológico que desempeñan en el funcionamiento de los ecosistemas: los hongos establecen relaciones simbióticas (micorrizas) con cerca del 85% de las plantas vasculares terrestres, son los principales agentes responsables de la descomposición de la materia orgánica y del reciclado de nutrientes, están implicados en la formación y estructuración del suelo, y, por último, sirven como bioindicadores del estado de los bosques y del grado de contaminación.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (8)    No(0)

+
1 comentarios