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Ahora, adivina de dónde vengo

Reloj molecular según el ADN de tres especies de brecillos: la camarina negra (Empetrum nigrum), el brecillo púrpura (E. eamesii) y la murtilla de Magallanes (E. rubrum), en 41 localidades de América, Europa, Groenlandia, Japón y Rusia, además de las islas suratlánticas Gough, Malvinas y Tristán da Cunha (fuente: M. Popp y otros autores, 2011). El paisaje de la foto corresponde a un matorral de murtilla de Magallanes (Empetrum rubrum) con musgos pompón (Sphagnum magellanicum) en Tierra del Fuego (foto: Jaakko Hyvönen).
Cada bifurcación en las ramas del diagrama coincide con la edad geológica en que la genética de una especie diverge en dos y la anchura de los triángulos es proporcional al número de localidades estudiadas por especie y región. Las tasas de cambio genético en millones de años (MA) se calibran mediante el ADN de especies fósiles, en este caso Paleoenkianthus sayreville (90 MA), Rhododendron newburyanum (55 MA), Vaccinium creedensis (27 MA) y Leucothoe nevadensis (14 MA).
Por el color de los frutos, esperaríamos que E. rubrum procediera de E. eamesii (bayas rojas). Pero la genética revela que una población norteamericana de E. nigrum se dispersó hace un millón de años (flecha roja) hasta Suramérica, donde evolucionó a E. rubrum y mutó el color de las bayas del negro al rojo.
Fotos de Michael Jones (E. eamesii y E. rubrum), Corey Raimon (E. nigrum, América Noroeste) y Atli Arnason (E. nigrum, Hemisferio Norte).
Reloj molecular según el ADN de tres especies de brecillos: la camarina negra (Empetrum nigrum), el brecillo púrpura (E. eamesii) y la murtilla de Magallanes (E. rubrum), en 41 localidades de América, Europa, Groenlandia, Japón y Rusia, además de las islas suratlánticas Gough, Malvinas y Tristán da Cunha (fuente: M. Popp y otros autores, 2011). El paisaje de la foto corresponde a un matorral de murtilla de Magallanes (Empetrum rubrum) con musgos pompón (Sphagnum magellanicum) en Tierra del Fuego (foto: Jaakko Hyvönen). Cada bifurcación en las ramas del diagrama coincide con la edad geológica en que la genética de una especie diverge en dos y la anchura de los triángulos es proporcional al número de localidades estudiadas por especie y región. Las tasas de cambio genético en millones de años (MA) se calibran mediante el ADN de especies fósiles, en este caso Paleoenkianthus sayreville (90 MA), Rhododendron newburyanum (55 MA), Vaccinium creedensis (27 MA) y Leucothoe nevadensis (14 MA). Por el color de los frutos, esperaríamos que E. rubrum procediera de E. eamesii (bayas rojas). Pero la genética revela que una población norteamericana de E. nigrum se dispersó hace un millón de años (flecha roja) hasta Suramérica, donde evolucionó a E. rubrum y mutó el color de las bayas del negro al rojo. Fotos de Michael Jones (E. eamesii y E. rubrum), Corey Raimon (E. nigrum, América Noroeste) y Atli Arnason (E. nigrum, Hemisferio Norte).

Por Salvador Herrando Pérez

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Con cada nueva especie, la evolución diseña una combinación única de genes. Desde que hay vida en la Tierra, hace más de 3.000 millones de años, el número de combinaciones creadas es incalculable. Por eso la evolución es como una coctelera de ADN. Los biogeógrafos contemporáneos buscan orden en esa coctelera para explicar la historia de la vida, al igual que un historiador rastrea bibliotecas en busca de monarcas y revoluciones para explicar la historia de la humanidad.
La diversidad de etnias en nuestro barrio, pueblo o ciudad obedece a factores que han tenido distinta duración en el tiempo. Factores recientes de tipo económico (riqueza, pobreza), político-cultural (guerra, tradiciones, religión) y tecnológico (aviones, puentes, túneles) determinan migración, mestizaje y extinción racial. Factores prehistóricos explican la expansión de los primeros homínidos desde África hasta el resto de los continentes, lo que ha hecho que un hindú sea hindú o que un esquimal sea esquimal. Presente ecológico y pasado evolutivo permiten a la biogeografía comprender qué determina la distribución espacial, no sólo del ser humano, sino de cualquier organismo vivo; y contestar preguntas como ¿por qué hay canguros en Australia o por qué nos parece estar en España cuando paseamos por los bosques griegos?
En esa línea, Magnus Popp y sus colaboradores en Oslo analizan la biogeografía de los brecillos (Ericales) en un artículo publicado este mismo año en Proceedings of the National Academy of Sciences (1). Los brecillos son arbustos enanos, con una curiosa distribución bipolar. Un complejo de varias especies se distribuye a los largo de la franja subártica y boreal del norte de América y Eurasia; y una única especie, la murtilla de Magallanes (Empetrum rubrum), queda restringida al extremo meridional de Suramérica y a varias islas atlánticas cercanas. Mediante un reloj molecular, Popp establece que la murtilla de Magallanes ha existido como especie genéticamente distinta desde finales del Plioceno y que evolucionó de la camarina negra (E. nigrum) del noroeste de América, como se refleja en la figura adjunta.

Bibliografía

(1) Popp, M. y otros autores (2011). A single Mid-Pleistocene long-distance dispersal by a bird can explain the extreme bipolar disjunction in crowberries (Empetrum). Proceedings of the National Academy of Sciences, 108: 6.520-6.525.
(2) Crisci, J.V. y Katinas, L. (2009). Darwin, historical biogeography, and the importance of overcoming binary opposites. Journal of Biogeography, 36: 1.027-1.032.
(3) Willis, K.J. y otros autores (2007). How can a knowledge of the past help to conserve the future? Biodiversity conservation and the relevance of long-term ecological studies. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 362: 175-186.
(4) Herrando, S. (2011). Zumbidos en el paladar. Quercus, 302: 50-51.

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Artículos complementarios publicados en Quercus

Quercus 302 (abril 2011)
Ref. 53010302 / 3’90 €
• Zumbidos en el paladar. Salvador Herrando.
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