Balsas ganaderas: oasis de biodiversidad en ecosistemas semiáridos

Las balsas ganaderas son unos sistemas acuáticos temporales y someros, pues rara vez superan el metro de profundidad, muy frecuentes en las regiones españolas de clima mediterráneo. Se llenan principalmente por el agua de lluvia, de manera que su periodo de inundación es muy irregular, tanto dentro de un mismo año como en periodos más prolongados (1). Artificiales o seminaturales, son en su mayoría de escasa entidad y sirven de abrevadero al ganado en las zonas de secano. De hecho, muchas balsas están asociadas a vías pecuarias o fincas de explotación ganadera en régimen extensivo, por lo que tienen además un alto interés cultural e histórico. También son un buen ejemplo de cómo hacer compatibles las prácticas agropecuarias tradicionales con la conservación de la biodiversidad. Las balsas se excavan en pequeñas cuencas de captación de agua de lluvia y suelen formar parte de una matriz paisajística agrícola o forestal. Generalmente están situadas en una ladera o vaguada de cierta pendiente, lo que facilita la escorrentía, y cuentan con una mota de tierra o talud que cierra la zona de desagüe. Un hecho básico para que se formen estos cuerpos de agua es la presencia de sustratos impermeables, como margas y arcillas, que favorecen la escorrentía superficial, son fáciles de modelar y permiten que el agua se acumule durante un periodo de tiempo relativamente largo.