Sólo una de las 16 especies de carnívoros de la fauna ibérica pertenece a la familia Viverridae. Este detalle, que podría parecer un hecho irrelevante, ha sido durante décadas motivo de debate para un buen número de naturalistas y zoólogos, tanto españoles como europeos. En efecto, la gineta (Genetta genetta) es el único vivérrido que se distribuye por el sur del continente europeo, en concreto por Portugal, Francia, Andorra y España (1). Además, aparecen ocasionalmente individuos aislados en Alemania, Países Bajos, Italia y Suiza (2). El resto de la familia Viverridae, con sus 14 géneros y 34 especies, se distribuye por África, la península Arábiga, India, el Sureste Asiático e Indonesia.
Así pues, se ha especulado mucho sobre el posible origen de la ginetas europeas. Según recientes investigaciones sobre su estructura genética (1), podrían haber sido introducidas en distintos lugares y momentos históricos por varios pueblos mediterráneos procedentes de regiones donde la especie es nativa (3), con fenicios y árabes como más firmes candidatos (Cuadro 1). Ambos estuvieron presentes y se asentaron en la península Ibérica, con sus correspondientes utensilios, herramientas y, por supuesto, animales domésticos y de compañía. De modo que así pudo llegar la gineta a Europa, como un animal de recreo, aunque también como eficaz depredador de roedores y otros pequeños comensales domésticos. Pero apenas disponemos de pruebas arqueozoológicas o historiográficas concluyentes. No obstante, en fechas recientes se han encontrado en la provincia de Málaga los restos de una gineta que vivió hace nada menos que 1.300 años y cuyos pormenores serán objeto de una inminente publicación científica (4).
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