La naturaleza es un sistema tremendamente dinámico. Los cambios geológicos, climáticos y biogeográficos que han jalonado la historia de la Tierra dieron lugar a la diversidad de hábitats, ecosistemas y organismos que podemos observar hoy en día. Aunque con algunas excepciones, apreciamos un gradiente latitudinal de aumento en el número de especies que arranca en los polos y culmina en el ecuador, asociado a la mayor variedad y disponibilidad de recursos, y a un clima menos adverso. No obstante, fuera de las regiones tropicales también puede darse una elevada diversidad de especies, mayor incluso de la esperada por su situación geográfica, en espacios relativamente pequeños y bien delimitados que hemos dado en llamar “puntos calientes”. En ellos, la historia geológica se combina frecuentemente con una elevada heterogeneidad ambiental, consecuencia de su compleja orografía, y allí conviven linajes antiguos junto a otros diversificados en épocas más recientes. Todo lo cual se traduce en una mayor riqueza de especies y variedades.
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