Diez años tardó la Unión Europea en rectificar la normativa que regulaba el tratamiento sanitario de reses muertas y su vínculo con las aves carroñeras. Un marco legal con repercusiones directas en nuestras cuatro especies de buitres, otras rapaces y carnívoros tan señalados como el oso y el lobo.
Por Zebensui Morales-Reyes, Juan M. Pérez-García, Marcos Moleón y José A. Sánchez-Zapata
España es, sin duda, un paraíso mundial para los carroñeros. Sirva como dato ilustrativo que nuestro país alberga más del 90% de la población europea de buitres, compuesta por cuatro especies: buitre leonado (Gyps fulvus), buitre negro (Aegypius monachus), alimoche (Neophron percnopterus) y quebrantahuesos (Gypaetus barbatus). Además de importantes y valiosos contingentes de carroñeros menos especializados, o facultativos, como las águilas real (Aquila chrysaetos) e imperial (A. adalberti), los milanos negro (Milvus migrans) y real (M. milvus), el oso pardo (Ursus arctos) y el lobo (Canis lupus). Tanto los buitres como los grandes carroñeros facultativos se encuentran entre los grupos funcionales de fauna más amenazados del planeta.
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