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Importancia de la flora mirmecócora de la península ibérica e islas baleares

Un ejemplar en flor de cardota (Galactites tomentosus), que cuenta con el viento y las hormigas para diseminar sus frutos (foto: F.J. Valtueña).
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Un ejemplar en flor de cardota (Galactites tomentosus), que cuenta con el viento y las hormigas para diseminar sus frutos (foto: F.J. Valtueña).

El extendido mutualismo entre plantas y hormigas

sábado 30 de octubre de 2021, 20:35h
Una reciente revisión apunta a que el territorio ibero-balear sería el tercero a escala mundial en cuanto a riqueza de plantas con diásporas provistas de eleosomas, unos apéndices ávidamente buscados por las hormigas. Sólo estaría por detrás de la región de El Cabo, en Sudáfrica, y de Australia, pero por delante de grandes masas continentales como Norteamérica y la Europa templada.

Por Ana Ortega-Olivencia, Tomás Rodríguez-Riaño, Josefa López y Francisco J. Valtueña

Las plantas son seres maravillosos que no pueden moverse y por eso muchas recurren a otros organismos para dispersar sus frutos y semillas (diásporas). Entre estos aliados se encuentran las hormigas, capaces de transportar muchos tipos de diásporas hasta sus colonias para alimentarse de ellas. En líneas generales, pueden clasificarse en dos gremios según su comportamiento, granívoras y carroñeras. Las granívoras son dispersoras de escasa calidad y que actúan más bien como depredadoras de diásporas (aunque algunas puedan escapar). Las carroñeras, en cambio, son dispersoras de gran eficacia que llevan las diásporas hasta el hormiguero y, tras consumir un apéndice llamado eleosoma, las descargan intactas en el exterior (1). El eleosoma se compone principalmente de lípidos y a veces también de cantidades variables de almidón, proteínas, azúcares, vitaminas, aminoácidos y esteroles.

Las plantas que han desarrollado eleosomas en sus diásporas se denominan mirmecócoras y solamente se conocen en las angiospermas o plantas con flores. Entre dichas plantas y ciertas especies de hormigas carroñeras se establece un mutualismo difuso que parece favorecer más al vegetal que al insecto, pues éste dispone de otros recursos alimenticios para vivir. La principal ventaja que obtiene la planta es la dispersión de frutos y semillas. La distancia recorrida es de apenas unos pocos metros (2), pero parece suficiente.

AUTORES
Ana Ortega Olivencia es catedrática de Botánica en la Universidad de Extremadura (Campus de Badajoz).

Tomás Rodríguez Riaño, Josefa López Martínez y Francisco J. Valtueña Sánchez son profesores titulares de la misma especialidad en dicho centro universitario. Sus principales líneas de investigación se centran en sistemática, filogeografía y biología reproductiva, incluida la polinización y dispersión de plantas con flores o angiospermas.

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