Aunque la gran mayoría de las aves son monógamas, muchas pueden “divorciarse”, quizás para mejorar su éxito reproductivo. En los Pirineos, el seguimiento de quebrantahuesos marcados ha documentado casos reales de divorcio, como el de las hembras “Hegoa” y “Paloma”, que dejaron atrás a sus primeros compañeros para crear nuevas pareja y criar de nuevo.
Por Juan Antonio Gil
Más del 90% de las aves forman parejas monógamas, pero pueden divorciarse para formar una nueva pareja. El cambio de pareja puede ser pasivo (viudez) o activo (divorcio). Tanto en la elección inicial de pareja como en el cambio de la misma influye la selección sexual. El divorcio se produce si un individuo, cuando su expareja reproductiva aún está viva, se vuelve a aparear con otra. Esto implica una nueva descendencia genética, por lo que se considera una estrategia de apareamiento alternativa en especies monógamas.
Existen varias hipótesis sobre las causas: una es la estrategia adaptativa que aumenta la aptitud del individuo y otras están asociadas con la promiscuidad de ambos sexos (propensión a la poligamia), la mortalidad o la migración. Por ejemplo, cuanto mayores son las distancias hacia las zonas de reproducción, más problemas surgen para encontrar pareja. También destacan otros factores que se asocian positivamente con las tasas de divorcio, como la paternidad fuera de la pareja, la ornamentación y el dicromatismo sexual.
Generalmente los machos se benefician más del apareamiento múltiple que las hembras, ya que los óvulos son más costosos de producir que los espermatozoides. En cambio las hembras prefieren seleccionar una sola buena pareja. Por lo tanto, el divorcio puede ser una oportunidad para que las hembras busquen una pareja de mayor calidad, mientras que para los machos la poligamia y el divorcio pueden ser estrategias alternativas para conseguir una mayor descendencia.
AUTOR:
Juan Antonio Gil Gallús es secretario de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos. Desde la sede en Aínsa (Huesca) de esta entidad dirige diversas acciones de conservación del quebrantahuesos –desde los años noventa– y otras especies amenazadas de montaña, como la perdiz nival, el urogallo y el gorrión alpino. Su trabajo se centra en el Pirineo aragonés, a través de seguimientos ecológicos, investigación científica (con más de cuarenta publicaciones), defensa y lucha ambiental, acción política, custodia del territorio, educación ambiental, difusión y comunicación, desarrollo rural y ecoturismo.