Alarmante declive en las colonias atlánticas y cantábricas
¿Qué más le puede pasar al cormorán moñudo?
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Varios factores adversos han situado a las poblaciones atlánticas de cormorán moñudo en una situación delicada. Por un lado, el creciente número de embarcaciones pesqueras y las nuevas redes de enmalle incrementan la mortalidad no natural de la especie. Por otro, hay que contar con la escasez de lanzones, unos peces que constituyen su principal presa. A todo esto hay que añadir el reciente impacto del visón americano. Este carnívoro exótico, introducido en España por la industria peletera, ha empezado a depredar sobre sus puestas y pollos, ya que es capaz de cruzar los brazos de mar que separan la costa de los islotes donde crían los cormoranes.
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En la boca de la ría de Vigo, al abrigo de las islas Cíes, aún es posible asistir al singular espectáculo de la pesca del bolo. Pero los protagonistas no son los marineros locales, sino los cormoranes moñudos que viven en las islas y que han desarrollado una técnica de pesca en grupo que recuerda a los sistemas de relevos que establecen los equipos de ciclismo en ruta. Las aves que llegan volando se incorporan a la cabeza del grupo, se posan en el agua e inmediatamente se sumergen para pescar. Como el bando continúa avanzando mientras bucean, cuando regresan a la superficie se encuentran con que ocupan posiciones retrasadas en la cola del pelotón. Así que, antes de quedar rezagados, los cormoranes levantan el vuelo y se reincorporan al inicio del bando. En Galicia llaman “bolo” o “lanzón” a varios peces semipelágicos de la familia Ammodytidae que viven en fondos de arena y constituyen, además, uno de los alimentos más completos y nutritivos que puede encontrar un cormorán para sí mismo y para su prole. Hasta hace muy pocos años los bandos de moñudo pescando bolo podían superar fácilmente el millar de ejemplares, aunque hoy en día es difícil observar una balsa que reúna a un centenar de aves.
El cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) es un ave marina con una distribución restringida al Paleártico occidental y cuya población mundial se cifra en unas 70.000 parejas, la mayoría de la cuales nidifican en Gran Bretaña. En España se reproducen dos subespecies, la mediterránea (P.a. desmarestii) y la nominal (P.a. aristotelis). La subespecie nominal tiene su límite sur de distribución precisamente en la península Ibérica y sus colonias más importantes son las gallegas, en concreto las ubicadas en el archipiélago de Cíes-Ons, dentro del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas, que albergan al 60% de la población reproductora.
Nuestros cormoranes moñudos se encuentran aislados del resto de las poblaciones de la especie y, de hecho, las colonias más próximas están situadas en la Bretaña francesa. Este asilamiento probablemente se deba a que la costa intermedia de Las Landas es baja y arenosa, por lo que no constituye un buen hábitat para un ave que prefiere costas rocosas y batidas. Esto hace que sean prácticamente nulas las probabilidades de recolonización y rescate por individuos procedentes del norte de Europa. Así pues, la persistencia del cormorán moñudo en nuestro país depende sólo de que sus propias poblaciones sean saludables.
Según datos del censo realizado entre 2006 y 2007 (1), la población española de cormorán moñudo asciende a 3.764 parejas, de las que 2.087 corresponderían a las subespecie mediterránea y 1.667 a la nominal (55 y 45%, respectivamente). Los resultados de este censo pusieron de manifiesto la recuperación de la subespecie desmarestii y, en el polo opuesto, el declive generalizado de la subespecie aristotelis en la mayoría de las colonias atlánticas y cantábricas durante los últimos años. Esta circunstancia ha propiciado que la reciente edición del Libro Rojo de las aves de España incluyera a la subespecie atlántica en la categoría de “En Peligro” (2).
El declive de la subespecie nominal ha sido especialmente significativo en las Rías Bajas, donde la población reproductora ha descendido casi un 60% en los últimos cinco años, lo que supone una tasa de declive anual superior al 15%. En las islas Cíes, concretamente, donde se habían censado 1.200 parejas en 1999, se contaron poco más de 300 en 2009. En diez años la población nidificante se ha visto reducida a la cuarta parte (Figura 1). Tras el seguimiento de algunas colonias durante 17 años, nuestros mejores datos indican claramente un declive general del moñudo en las Rías Bajas y esa misma tendencia empieza a notarse con fuerza también en el Cantábrico. Por ejemplo, el declive empieza a ser considerable en las colonias occidentales de Asturias, las más numerosas, donde algunas de ellas registran un descenso superior al 25%.