La anguila, otra especie que se nos va
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
A Europa llega menos del 2% de las anguilas que lo hacían en los años ochenta, sin que sepamos aún todo lo que subyace tras el declive de este animal portentoso: cruza todo el Atlántico para madurar en nuestros ríos, aunque muchos le son inaccesibles por las presas que los bloquean. Es el caso del Guadalquivir, donde aún se pesca esta especie, “En peligro crítico” según la UICN.
Texto: Carlos Fernández Delgado
Fotos: Grupo Aphanius
La anguila (Anguilla anguilla) es un animal extraordinario y misterioso. A lo largo de su vida recorre dos veces un trayecto de casi 6.000 kilómetros, la distancia que separa la zona de nacimiento y reproducción de la de crecimiento. Nace en el Mar de los Sargazos, en pleno océano Atlántico. Pero no es algo que se sepa porque se hayan visto allí anguilas adultas o grávidas (nunca se ha capturado un sólo ejemplar maduro en la zona), sino porque a partir de un punto concreto en los Sargazos y en dirección a las costas europeas se van capturando larvas de la especie de mayor tamaño progresivamente (1) (Figura 1).
Estas larvas, denominadas leptocéfalos, tienen forma lanceolada y en nada recuerdan el aspecto serpentiforme con que asociamos inmediatamente a la anguila. Cuando se capturaron por primera vez, se pensó que pertenecían a una especie no descrita y se les dio el nombre científico de Leptocephalus brevirostris. Más tarde, al comprobarse que en realidad se trataba de la larva de la anguila, la especie quedó anulada, pero permaneció el nombre genérico para esta fase de desarrollo.
Aunque hay mucha discusión sobre la duración del viaje transoceánico del leptocéfalo, parece que se asienta la idea de una migración larga, de más de año y medio, para alcanzar las costas europeas (2). Una vez en ellas, la larva sufre una primera metamorfosis y se transforma en angula, con aspecto de adulto en miniatura y sin pigmentar. El término inglés glass-eel (“anguila de cristal”) define perfectamente este estado.
Desde ese momento se detectan cuatro comportamientos migratorios (3): el de los fundadores, que se establecen en el primer hábitat favorable que encuentran (incluido el ambiente marino), el de los pioneros, que migran hasta lo más alto del hábitat fluvial, el de los residentes, que se quedan en una zona durante varios años, y el de los nómadas, que divagan de un hábitat a otro. Se afirma que son los pioneros los que presentan mejor condición física. Aún así, la angula debe permanecer un tiempo en el estuario para adaptar su metabolismo a las nuevas condiciones ambientales, en especial su menor salinidad.
Durante ese tiempo su cuerpo transparente se pigmenta y pierde peso, pues no se alimenta. Se han descrito hasta siete estados de maduración diferentes desde que las angulas entran en los estuarios –recién metamorfoseadas, sin pigmento alguno– hasta el conocido en nuestras latitudes como angulón, que posee el dorso verde oscuro y el vientre blanquecino (4) (Cuadro). Un poco más grande y con el vientre amarillo pálido, este estado pasa a denominarse anguila amarilla. Con esta etapa, donde ya se alimenta con regularidad, comienza la colonización del medio fluvial.