Por Francisco F. Parreño, Francisco Pulpillo y Miryam Pérez
A mediados de marzo llegarán los aguiluchos cenizos (Circus pygargus) procedentes de África para nidificar en las estepas cerealistas de la Península Ibérica y permanecerán con nosotros hasta mediados de agosto. Sus principales destinos son las parcelas cultivadas con trigo o cebada en cuyo suelo acostumbran a hacer los nidos.
En breve comenzará la siega. En algunas provincias gallegas y en Zamora, Asturias, Huelva, Castellón y Tarragona hay reproductores de aguilucho cenizo en zonas naturales, pero sólo suponen el 10% en el conjunto español. Por lo tanto la gestión de los cultivos es la clave de la conservación de esta especie.
La Península Ibérica alberga la mitad de la población de aguilucho cenizo de la Unión Europea (UE), por lo que nuestra responsabilidad conservacionista es evidente. Aunque cría en 16 comunidades autónomas, hay determinadas provincias que tienen especial relevancia en su conservación por concentrar la mayor parte de los efectivos poblacionales: Sevilla, Córdoba, Jaén, Badajoz, León, Zamora, Burgos, Palencia, Orense, Lugo y Toledo.
AUTORES
Francisco F. Parreño, biólogo, ha organizado desde 1989 campañas de voluntariado para el salvamento del aguilucho cenizo, sobre todo en la provincia de Sevilla.
Francisco Pulpillo, biólogo, es secretario de la Sociedad Ibérica para el Estudio y Conservación de los Ecosistemas (SIECE), con sede en Linares (Jaén).
Miryam Pérez, técnico en gestión del medio natural, colabora en los proyectos de seguimientos de aguilucho cenizo y avutarda en Andalucía.
Todos ellos son miembros de la Plataforma por la Conservación de las Aves Esteparias y sus Hábitats en Andalucía (PCAEH, plataformaavesesteparias@gmail.com).