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Tesoros desconocidos de una isla situada frente a las costas de Alicante

La isla de Tabarca sucumbe a la invasión de turistas

Acumulación natural de restos de posidonia (Posidonia oceanica) en una cala de la isla de Tabarca
Acumulación natural de restos de posidonia (Posidonia oceanica) en una cala de la isla de Tabarca

Texto y fotos: Roque Belenguer

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Tabarca es la isla habitada más pequeña del Mediterráneo, pero a su población estable hay que sumar una riada de 5.000 visitantes diarios en los meses veraniegos de mayor afluencia turística. A pesar de todo, aún atesora un medio natural privilegiado, tanto terrestre como marino, que merece la pena valorar y conservar.
Puerto de Santa Pola, Alicante, a las 11 de la mañana de cualquier día de agosto. Bajo un sol de justicia, decenas de turistas hacen una larguísima cola para coger uno de los barcos que cubren el trayecto entre Santa Pola y Tabarca. Cargados de neveras, bolsas con comida, sombrillas y colchonetas hinchables, aguantan estoicamente su turno para subir a la “tabarquera” y, tras una travesía de tres millas náuticas (unos ocho kilómetros), llegar a la isla de Nueva Tabarca. De nuevo hay que esperar, esta vez para salir del abarrotado barco, tras lo cual se dirigen en busca de un codiciado hueco en la única playa de arena. Los más osados, dispuestos a andar un poco más, se refugian con sus bártulos en las calas.

Descendentes de genoveses
Desde finales del siglo XVIII, Nueva Tabarca está poblada de forma permanente por descendientes de genoveses que se habían dedicado durante años a la explotación comercial de coral en la isla tunecina de Tabarka. Desde entonces, ha sido muy intensa su relación con el valioso medio natural que los envuelve. También conocida como Isla Plana, por su característico relieve llano, Tabarca forma parte de un pequeño archipiélago cuyas aguas acogen desde 1986 la primera Reserva Marina declarada en España. Abarca 1.400 hectáreas, incluidos unos fondos marinos en excepcional estado de conservación, y en sus aguas sólo están permitidas algunas artes selectivas de pesca profesional. Hasta 1960 funcionó aquí la última almadraba de la costa alicantina, cuyo objetivo principal era el atún rojo (Thunnus thynnus) y otras especies de interés comercial como el bonito (Sarda sarda), la melva (Auxis rochei), la bacoreta (Euthynnus alletteratus) y el emperador (Xiphias gladius). El abandono de la almadraba, debido a la sobreexplotación y consiguiente escasez del atún rojo, coincidió con el inicio del turismo en las costas españolas. Hoy en día esta actividad económica supone la principal fuente de ingresos de Tabarca y también su principal amenaza. A la considerable presión que ejercen los visitantes durante los meses estivales hay que añadir la construcción de apartamentos, en algunos casos manifiestamente ilegales. Por fortuna, la zona urbanizada está concentrada en el oeste de la isla, de manera que una gran superficie situada al este permanece más o menos deshabitada y es conocida por los lugareños como “El Campo”.

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