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Puede reconciliar restauración ecológica, conservación y uso agrícola

La creación de islotes forestales en tierras de cultivo

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La creación de islotes forestales en tierras de cultivo
Por José M. Rey Benayas, James M. Bullock y Adrian C. Newton

Presentamos una alternativa novedosa para reforestar tierras de cultivo, tanto abandonadas como en uso, que combina la sucesión vegetal espontánea con la plantación dirigida de árboles y arbustos. Una estrategia basada en crear islotes de biodiversidad en un mar homogéneo de explotaciones agrícolas.
La deforestación, generalmente ocasionada con el propósito de ganar tierras para cultivos y pastos, conlleva problemas ambientales que comprometen los servicios que nos prestan los ecosistemas. Estos cultivos y pastos se han convertido en el bioma más extenso del mundo, con una superficie del 40% de las tierras emergidas (1). Además, las prácticas agrícolas se han intensificado, haciendo desaparecer los remanentes de vegetación natural que anteriormente existían en terrenos poco productivos o en bosquetes, lindes y bordes de caminos.

Pero, junto a la deforestación y a la intensificación agrícola, también puede darse un abandono masivo de las tierras de cultivo. Estos terrenos tienden a transformarse con el tiempo en matorrales y bosques. Algunos paisajes agrícolas destacan por su biodiversidad –un ejemplo son las aves esteparias– y sus valores estéticos y culturales (2). Sin duda, la intensificación agrícola tiene un impacto negativo en estos valores, pero también lo tiene el abandono de la agricultura. Parece que la agricultura, los bosques y matorrales y la conservación de la biodiversidad mantienen un conflicto permanente e irreconciliable, la “paradoja de la agricultura y la conservación”. Esta paradoja supone un dilema para la restauración forestal.

Enfoques para la restauración forestal
La restauración forestal se ha basado tradicionalmente en dos enfoques contrapuestos. Uno es la colonización natural de matas, arbustos y árboles, la llamada sucesión secundaria o restauración pasiva. El otro consiste en establecer de forma artificial estas plantas, lo que se conoce como restauración activa. La regeneración natural restaura más superficie y a menor coste que las plantaciones forestales. Aunque en muchos ambientes templados-húmedos y tropicales la cubierta forestal se recupera rápidamente si el suelo no ha sido muy degradado (3), la restauración pasiva es generalmente lenta en ambientes poco productivos como el mediterráneo.

Tres son los factores que restan velocidad a la regeneración natural. En primer lugar, la dispersión limitada, debido a que las fuentes de propágulos están lejos y los vectores implicados son raros (4). En segundo lugar hay que contar con las limitaciones abióticas, como, por ejemplo, una baja disponibilidad de agua para las plantas. Y, por último, también influyen las limitaciones bióticas, tales como la competencia con las hierbas (5, 6). Aunque, en efecto, las hierbas forman parte de la sucesión vegetal y de la restauración pasiva, si proliferan en exceso compiten por los recursos con las plántulas de las especies leñosas y, por lo tanto, les resulta más difícil establecerse. En otras palabras, el curso de la sucesión hacia la vegetación madura es más lento.

La restauración activa implica técnicas de manejo tales como plantaciones, siembras, eliminación de hierbas, quemas, protección frente a los herbívoros, clareos y riegos, entre otras muchas (7, 8). El objetivo es conseguir una composición y una estructura particular de especies forestales. Estos métodos son preferibles cuando la restauración pasiva es muy lenta o implica riesgos (9) y son muy utilizados tanto en plantaciones comerciales como en sistemas agroforestales (10).
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