Mayor riesgo de depredación en el entorno de las carroñas
Los muladares atraen a los depredadores
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
La actual política de instalar muladares para garantizar la comida de los vertebrados carroñeros da lugar a efectos imprevistos, como un mayor riesgo de que otras especies que viven en el entorno sean depredadas. Las conclusiones de dos estudios, realizados en Fuerteventura y Polonia, aconsejan extremar las precauciones a la hora de abrir un muladar.
por Ainara Cortés, Nuria Selva, Martina Carrete, David Serrano y José Antonio Donázar
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La disponibilidad de carroñas en la naturaleza se ha ido reduciendo en Europa en las últimas décadas. Los cambios en las economías locales y una legislación sanitaria cada vez más estricta han llevado a la progresiva desaparición de la ganadería tradicional y a que la eliminación de los cadáveres de las explotaciones, a raíz de las disposiciones europeas derivadas de la crisis de las vacas locas, se realice de modo industrial. A todo ello se añade que cada vez sea más habitual retirar del campo los cadáveres y despojos de ungulados silvestres cazados.
Con anterioridad a estos procesos, la ganadería proporcionaba la mayor parte de las carroñas que quedaba disponible en el campo, bien a través del abandono de animales muertos durante los desplazamientos trashumantes, bien por la existencia de pequeños muladares cercanos a pueblos y explotaciones. Los vertebrados carroñeros, tanto especies obligadas (buitres) como facultativas (otras aves de presa, córvidos y mamíferos carnívoros), eran las encargadas de eliminar estos restos, lo que permitía que se mantuvieran gremios complejos en el área circunmediterránea, y en especial en la península Ibérica.
Recientemente, las Administraciones regionales, estatales y europeas han puesto en marcha medidas de gestión basadas en la creación de muladares, con el fin de garantizar el suministro de comida a las aves carroñeras. Esta estrategia no es nueva en España y en la Unión Europea, pero es en los últimos años cuando el escenario ha dado una vuelta de tuerca esencial, puesto que estos “comederos para buitres” están pasando a ser casi la única fuente de alimento disponible para las rapaces necrófagas.
En condiciones naturales y en aquellas que se le asemejan (ganadería extensiva), la carroña es un recurso trófico que aparece de forma impredecible en el espacio y en el tiempo. Es lo mismo que pasa con las fructificaciones masivas en árboles o las explosiones de insectos, cuya detección supone un “premio” para la especie o grupos de especies que se alimentan de ellas. Por el contrario, en la actual situación, cada vez más dominada por comederos de buitres, el recurso se ha tornado en algo casi totalmente predecible. Estos cambios pueden desencadenar efectos ecológicos importantes, no sólo en los gremios de carroñeros, sino también más allá de ellos, en otros niveles tróficos y a escala de comunidad. No obstante, la literatura disponible al respecto es muy escasa.
Hemos realizado dos estudios cuyos resultados demuestran como la atracción que ejercen las carroñas predecibles sobre depredadores que son a su vez carroñeros facultativos puede alterar la distribución espacial de las especies e incrementar el riesgo de depredación sobre las que viven en el entorno (1, 2 y 3).