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Informe

Repoblaciones de salmón: cuando el remedio es peor que la enfermedad

Escala salmonera en el embalse del Furacón, en el río Nalón (Asturias). Una reja impide el paso de los salmones a las zonas de desove aguas arriba. Los peces quedan retenidos y son capturados para su traslado a una piscifactoría donde realizar los desoves artificiales (foto: David 
Álvarez).
Escala salmonera en el embalse del Furacón, en el río Nalón (Asturias). Una reja impide el paso de los salmones a las zonas de desove aguas arriba. Los peces quedan retenidos y son capturados para su traslado a una piscifactoría donde realizar los desoves artificiales (foto: David Álvarez).
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Iniciada un año más la temporada de captura de salmones en los ríos del norte ibérico, es el momento para recordar que repoblar con cientos de miles de esguines de piscifactoría para recuperar las maltrechas poblaciones a menudo es contraproducente. La alternativa ahora mismo es la veda total a la pesca
del salmón y la protección integral de los cauces salmoneros.

David Álvarez
dalvarezf@gmail.com
Las poblaciones de salmón atlántico (Salmo salar) han sufrido a lo largo de todo su rango de distribución una reducción del 50% en los stocks salvajes durante los últimos veinte años. Según los datos de la UICN, de los más de 2.600 ríos con presencia conocida de la especie, esta se ha extinguido como reproductora en la mitad de los cauces. Hoy solo presenta poblaciones saludables en menos de doscientos ríos.

La situación en la península Ibérica no es menos dramática, ya que de los 43 ríos salmoneros de los que se tenía constancia a principios del siglo XX se ha extinguido en 29. Solo en cuatro de esos ríos se mantenían poblaciones relativamente saludables a comienzos del siglo XXI. Actualmente, después de que el número de capturas deportivas en el Principado de Asturias tocara fondo en 2009, con tan solo 356 salmones pescados en toda la comunidad autónoma, es muy probable que ya no queden ríos con poblaciones fuera de peligro.

A pesar de la situación tan delicada por la que está pasando el salmón atlántico, la propia UICN lo sigue considerando como una especie en bajo riesgo de extinción y en nuestro país aparece en el Atlas y Libro Rojo de los Peces Continentales de España tan solo como “Vulnerable”. Cualquier otra especie en esta situación ya habría sido declarada en “Peligro de extinción” hace mucho tiempo y se habrían iniciado los consiguientes planes de recuperación. Pero el salmón es diferente: muy codiciado, su pesca deportiva se ha estimado que genera casi seis millones de euros anuales solo en el Principado de Asturias.

El salmón atlántico se sigue pescando y además se hace cuando los adultos remontan los ríos para reproducirse. En Asturias, la campaña de pesca de 2012, iniciada a finales del pasado marzo y operativa hasta finales de julio, está ejerciendo una presión aún mayor al haberse eliminado las pocas restricciones conservacionistas que se habían empezado a aplicar el pasado año (ver Quercus 310, pág. 72). El Principado no solo no ha vedado las capturas de reproductores sino que ha basado las políticas de conservación del salmón atlántico casi exclusivamente en las repoblaciones masivas con juveniles criados en cautividad, así como en el descaste de cormoranes grandes (ver Quercus 267, págs. 14 a 20). Pero estas repoblaciones son un arma de doble filo: no solo no sirven para recuperar las poblaciones naturales, sino que sus efectos sobre ellas acaban siendo muy negativos.
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