Cuando vagamos por el campo, algunas hierbas nos llaman la atención por el color de sus flores, el porte o la abundancia. Sin embargo, la barba de cabra, a pesar de no crear grandes masas, destaca por su singular floración y, sobre todo, por su gran envergadura.
Por J. Ramón Gómez
Hace un par de meses leí en el diario El País una noticia que me llegó a emocionar sobre las hierbas de la ciudad francesa de Nantes (1). Relataba la fabulosa iniciativa que había tenido de forma anónima la artista Frédérique Soulard y que denominó Les belles de bitume (bellezas del asfalto). Algo simple y sencillo, pero también sublime: fue escribiendo discretamente el nombre común de cada hierba que encontraba sobre el asfalto o las aceras, de tal forma que pudieran ser identificadas por los ciudadanos. El Ayuntamiento de Nantes, en vez de reprender a la artista, ha subvencionado su iniciativa y ha dado orden a los equipos de limpieza de que respeten los nombres escritos sobre el pavimento. El objetivo de Frédérique, al que se ha sumado el consistorio de la ciudad, es sensibilizar a la gente sobre la biodiversidad de su entorno y, de paso, dar a conocer las hierbas que crecen a nuestro alrededor. ¡Simplemente fantástico!
Este contenido es un resumen / anticipo de una información cuyo texto completo se publica en la revista Quercus, tanto en su versión impresa como digital