En lo que llevamos de siglo, varias tortugas bobas han llegado a desovar en playas del Mediterráneo español, donde antes eran desconocidas. Ignoramos las causas de su reciente interés por estas costas, pero todos los esfuerzos se han centrado en facilitarles tan delicado proceso. Entre las posibles explicaciones se baraja un incremento en la temperatura del agua marina.
Por Adolfo Marco, Elena Abella, Ohiana Revuelta y Jesús Tomás
La tortuga boba (Caretta caretta) es una especie muy migradora y su área de distribución se extiende hasta los 60 grados de latitud en ambos hemisferios. Prefiere, no obstante, aguas de las regiones templadas, tropicales y subtropicales de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, e incluso de mares menores como el Mediterráneo. Es sin duda la tortuga marina más común en aguas del Mediterráneo español, aunque la inmensa mayoría de los individuos que encontramos son juveniles y subadultos nacidos en zonas lejanas. Las tortugas bobas son muy filopátricas y, aunque se dispersan a largas distancias durante su etapa juvenil, ya de subadultas inician el regreso a la playa donde nacieron para reproducirse en ella tras alcanzar la madurez sexual. De hecho, ambos sexos son filopátricos, aunque los recientes análisis genéticos que hemos hecho en el Mediterráneo parecen indicar que los machos lo son algo menos que las hembras.
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