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Resultados llamativos tras una larga investigación

Heráclito y los ratones de Doñana
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Heráclito y los ratones de Doñana

domingo 29 de noviembre de 2020, 13:52h

La comunidad de micromamíferos de Doñana no es la misma ahora que hace cuarenta años. El cambio, de hecho, ha sido drástico en un periodo de tiempo relativamente corto. ¿Qué ha podido ocurrir en el interior del parque nacional?

Por Sacri Moreno Garrido y Miguel Delibes de Castro.

Hace muchos años, cuando en el bachillerato aún se estudiaba filosofía, nos hablaban de los planteamientos antitéticos de Parménides y Heráclito, pensadores griegos del siglo V antes de Cristo. Con aquella tierna edad apenas captábamos la trascendencia de sus ideas sobre el ser y el devenir, pero la rotundidad de las frases que les atribuían nos impactaba. Parménides, según el libro de texto, mantenía tercamente: “Lo que es, es; lo que no es, no es”. Heráclito respondía con similar tenacidad, o eso imaginábamos: “Nada es, todo fluye como las aguas de un río”. Probablemente la mayoría de los adolescentes de la época nos alineábamos con Parménides. ¿Cómo negar que el colegio era, y en cambio las vacaciones, que ansiábamos, por el momento no eran? ¿En qué estaría pensando Heráclito para dudarlo siquiera?

La actitud mental tendente a considerar al mundo como algo básicamente estable, salvo por razones de fuerza mayor, está muy extendida en la humanidad. Formaría parte del “sentido común”, por más que sepamos a éste, no pocas veces, reñido con la ciencia. La vida humana es breve, nuestra capacidad sensorial (previa a la revolución científica y tecnológica) para evaluar el derredor, muy limitada espacial y temporalmente, y en esas circunstancias resulta tranquilizador imaginar que el entorno sólo cambia si nosotros lo cambiamos. Por supuesto, tal “fijismo” (Dios ha creado el universo de determinada manera y no tendría por qué variar) saltó por los aires con Darwin y otros científicos, pero incluso los investigadores, subconscientemente, tendemos a pensar que lo que un día aprendimos debería permanecer. Los ratones de Doñana muestran cuánto nos equivocamos.

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