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Paneles de una planta fotovoltaica construida en el término municipal de Bargas (Toledo), en la comarca de La Sagra (foto: Asociación ecologista "La avutarda dientes de sable").
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Paneles de una planta fotovoltaica construida en el término municipal de Bargas (Toledo), en la comarca de La Sagra (foto: Asociación ecologista "La avutarda dientes de sable").

Placas solares contra avutardas en la comarca de La Sagra

viernes 29 de julio de 2022, 12:31h

Si se proyectasen trece centrales nucleares en Toledo, podemos imaginar la gran alarma social que se generaría. Pues una potencia de energía similar es ni más ni menos lo que se le viene encima a esta provincia, en forma de parques fotovoltaicos que ocuparán miles de hectáreas en comarcas de tan alto valor ecológico como La Sagra.

Por la asociación ecologista “La avutarda dientes de sable

No, no hay previsto construir trece centrales nucleares en Toledo. Sin embargo, sí hay una amenaza real para el medio natural de esta provincia de la que apenas se habla, en relación con la caótica proliferación de macroplantas fotovoltaicas que se está produciendo en la actualidad en toda España.

Sólo para la provincia de Toledo, la potencia total que se está tramitando actualmente para construir parques fotovoltaicos, unos 13.000 megavatios, es equivalente a la de trece reactores nucleares. Es decir, casi duplica la que poseen los siete reactores nucleares actualmente en funcionamiento en nuestro país (7.398 megavatios según datos del Consejo de Seguridad Nuclear).

Hasta el momento se han sometido a información pública por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico o la Junta de Castilla-La Mancha más de quince de estos macroproyectos sólo en las comarcas toledanas de La Sagra y Torrijos. De aprobarse afectarían a más de 12.000 hectáreas de hábitats esteparios bastante bien conservados y a territorios de nidificación o alimentación de nada menos que unas diez parejas de águila imperial ibérica (Aquila adalberti).

Esta fiebre por la energía solar no obedece a un deseable incremento de las energías renovables, con el que casi todos estaríamos de acuerdo, sino a una burbuja especulativa y de negocio privado.

En lugar de fomentar el autoconsumo o la instalación de pequeñas plantas fotovoltaicas destinadas a generar electricidad a escala local o comarcal y abastecer las necesidades de la población regional siguiendo un modelo energético sostenible, están proliferando los macroproyectos de centenares de megavatios que ocupan miles de hectáreas de zonas de alto valor ecológico.

Malas noticias para las aves
La fauna amenazada no podrá anidar o alimentarse en las vastas superficies ocupadas por los paneles solares. En algunas localidades donde se pretenden instalar estas macroplantas –en concreto, los términos municipales de Viso de San Juan, Casarrubios del Monte, Méntrida, Camarenilla, Hormigos y Maqueda– se encuentran las mejores poblaciones reproductoras en la provincia de Toledo de águila imperial y de aves amenazadas en regresión propias de medios agroesteparios como la avutarda (Otis tarda), el sisón (Tetrax tetrax) o los aguiluchos cenizo (Circus pygargus) y pálido (Circus cyaneus).

En otros municipios de la comarca como Numancia de la Sagra, Esquivias o Alameda de La Sagra estas especies tienen poblaciones más reducidas y en claro declive, incluso en situación crítica. Las macroplantas solares eliminarían el ya escaso hábitat actualmente disponible para estas poblaciones, llevándolas a su desaparición.

El impacto añadido
de las líneas de evacuación no es poco. Al llevar la energía a puntos distantes, casi en su totalidad a estaciones de Red Eléctrica de España situdas en la Comunidad de Madrid, la proliferación de este tipo de tendidos eléctricos, con torres de treinta o cuarenta metros de altura, modificará drásticamente el paisaje y supondrá un mayor riesgo de mortalidad por colisión para grandes aves como la avutarda.

La gran falacia del empleo
Estos macroproyectos generan sin duda un gran impacto ambiental, pero es que además ni siquiera están tan claros los pretendidos beneficios económicos para el conjunto de la sociedad. La creación de puestos de trabajo es engañosa (unos pocos meses durante la construcción y generalmente con personal de otras zonas). Una vez construidas las macroplantas, la actividad agrícola y ganadera queda eliminada de esos terrenos. Lo mismo sucede con la caza, de gran arraigo en Castilla-La Mancha. Incluso el turismo rural puede verse negativamente afectado.

Tan sólo algunos propietarios, con frecuencia dueños de grandes fincas agrícolas pero residentes fuera de nuestra comunidad autónoma, se benefician de los altos precios que se pagan por el arrendamiento de las tierras para instalar los paneles solares (entre 1.200 y 3.000 euros por hectárea al año).

A la vez, esta especulación con el precio del alquiler del suelo para construir parques solares tiene un efecto perverso añadido a largo plazo: predispone a muchos agricultores y propietarios de fincas en contra de la conservación de las especies salvajes y de los incentivos destinados a la protección ambiental como las medidas agroambientales y otras ayudas públicas.

Están en clara desventaja al no poder competir con el dinero fácil de las exorbitantes cantidades que ofrecen los promotores fotovoltaicos por “dejarles” el terreno. “Las placas dan dinero, las avutardas no”, dicen.

Energías renovables, pero también pueden ser dañinas
Al igual que sucede con las macrogranjas, estos proyectos generan conflictos sociales, aunque en este caso la etiqueta de renovables parece beneficiar a priori a los promotores de estos macroparques fotovoltaicos (generalmente grandes empresas o fondos de inversión). Sin embargo, empezamos a darnos cuenta de que renovable no es necesariamente sinónimo de sostenible ambientalmente.

Que sean realmente energías limpias dependerá de que los promotores y las administraciones implicadas asuman que estos proyectos no pueden conllevar destruir nuestro ya muy deteriorado patrimonio natural y paisajístico.

El Gobierno de Castilla-La Mancha tiene la obligación y la responsabilidad de defender los intereses de la región y de sus ciudadanos a través de un fomento racional de las energías renovables basado en criterios de sostenibilidad ambiental, que siempre debe estar por encima de los intereses de grandes grupos de presión privados que sólo buscan un beneficio económico.

AUTOR
Ante la situación crítica que atraviesan las aves esteparias de la comarca de La Sagra (en el sur de la Comunidad de Madrid y al norte de la provincia de Toledo), vecinos del municipio de Valdemoro (Madrid) han fundado la asociación ecologista “La avutarda dientes de sable”, que firma este artículo. El nombre de la asociación es un homenaje al yacimiento paleontológico del Cerro de Batallones, en el término municipal de Torrejón de Velasco (Madrid), el más importante a nivel mundial para el tigre dientes de sable.

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