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Hace más de treinta años ya se trabajaba en favor de la población británica de la especie

Lechuza atropellada en una carretera. Eliminar puntos negros para estas aves es el objetivo de un nuevo proyecto puesto en marcha en el Reino Unido (foto: Frederic Ferrando).
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Lechuza atropellada en una carretera. Eliminar puntos negros para estas aves es el objetivo de un nuevo proyecto puesto en marcha en el Reino Unido (foto: Frederic Ferrando).

Recuperar a la lechuza en el Reino Unido, un reto vigente

domingo 06 de noviembre de 2022, 18:43h

Han pasado más de treinta años de la fundación del Barn Owl Trust para recuperar la población de lechuzas en el Reino Unido. Desde entonces han surgido diversas iniciativas, desde la cría en cautividad y la reintroducción de ejemplares a un proyecto en la actualidad para eliminar los puntos negros de atropello de estas emblemáticas aves.

Por Frederic Ferrando

Hay un refrán que dice “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Se puede decir que esto es un poco lo que pasa con las rapaces nocturnas: pasan a menudo tan desapercibidas que sus problemas de conservación no concentran tanta atención pública como por ejemplo los buitres o las águilas.

Es algo a lo que ni siquiera es ajena la lechuza común (Tyto alba), a pesar de lo estrechamente ligada que está a los humanos en cuanto a sus hábitats de cría y caza.

Suele habitar en construcciones en desuso y su dieta, formada por pequeños roedores, la lleva a cazar en espacios abiertos. Las medianas y arcenes de las carreteras son ideales para ella.

Esta vinculación con ambientes humanizados es el origen de dos de sus principales amenazas: la pérdida de lugares de nidificación y la mortalidad por atropellos.

Para velar por las lechuzas del Reino Unido, en 1988 David Ramsden y sus compañeros crearon el Barn Owl Trust (BOT). Entonces ya había en suelo británico entidades que criaban y liberaban lechuzas, hasta el punto de que el número de ejemplares en cautividad era mayor que el de salvajes.

Lamentablemente, estas entidades no disponían de procedimientos estrictos y tampoco anillaban las lechuzas liberadas, lo cual impedía hacer cualquier seguimiento.

Al poco de su creación BOT empezó a moverse para crear un protocolo de trabajo con esta especie y puso en marcha el primer proyecto de cría y suelta con autorización oficial.

Bajo su cobertura, quien estuviera interesado podía solicitar una licencia. En una primera fase de reconocimiento se estudiaba si había lechuzas en la zona y se colocaba una caja nido. Si en dos años no se establecía ninguna lechuza salvaje en el nidal instalado, se introducían pollos criados en cautividad ya anillados, que serían alimentados con presa muerta por el solicitante de la licencia hasta que echasen a volar.

Sin licencias para la cría en cautividad
El proyecto de BOT quería repoblar grandes áreas para aumentar la dañada población británica de lechuzas, así como aumentar los lugares de nidificación.

Sin embargo, muchos criadores seguían haciendo sueltas sin seguir las guías de BOT y sin licencias del gobierno, hecho que generó dudas entre los especialistas respecto a la viabilidad de los proyectos, lo que desembocó en que se prohibiese la liberación de lechuzas criadas en cautividad.

La medida se basaba en que en el Reino Unido la presencia de lechuzas salvajes estaba directamente relacionada con la abundancia de presas y al acceso a lugares de nidificación y cobijo. Los ejemplares liberados tendrían los mismos problemas que la población salvaje, si no más, y por lo tanto no dejaba de ser una medida insuficiente y con un gran coste.

Una lechuza reposa en el interior de un almacén, donde suele nidificar (foto: Frederic Ferrando).

Pese a que BOT defendió que su sistema fomentaba la mejora de los hábitats de caza y nidificación de las lechuzas, en 1992 el sistema de licencias finalizó en el Reino Unido y no se concedió ninguna más.

Sin embargo, proyectos similares empezaron a ponerse en marcha en otros países europeos, incluida España. Entidades conservacionistas de nuestro país como Brinzal, especializada en rapaces nocturnas, Grefa, que mantiene un proyecto de conservación de la lechuza a nivel estatal, o el Centre de Recuperació de Fauna de Vallcalent, que actúa en Cataluña, han obtenido buenos resultados, ayudando a la mejora de una población que no pasa por sus mejores momentos.

El biólogo Íñigo Fajardo, fundador de Brinzal, comenta que para Reino Unido, a diferencia de España, la lechuza es un ave emblemática a la que destinan muchos recursos para proteger y conservar.

Esto propicia que más allá del trabajo diario de mejora de hábitats, y especialmente la potenciación de lugares donde nidificar, se haya emprendido recientemente un proyecto pionero aún más ambicioso y que pretende solucionar el otro gran problema que sufre la especie: los atropellos.

Cientos de puntos negros identificados
Las carreteras son un lugar habitual de caza de las lechuzas, que a menudo acaban atropelladas. Para evitarlo, una de las empresas concesionarias de las carreteras del sur de Inglaterra y BOT están trabajando conjuntamente desde el año 2019.

Una de las primeras medidas ha sido recopilar los datos de lechuzas atropelladas desde 1990, con el objetivo de saber cuáles son los puntos negros de las carreteras. Gracias a ello se han identificado hasta ahora más de trescientos de estos puntos negros.

Toda esta información ha permitido seleccionar doce tramos prioritarios de diez kilómetros cada uno, que es donde se concentran más accidentes y sobre los que se va a actuar.

En la próxima fase, que empezará en cuanto se obtenga financiación para abordarla, se procederá a la plantación de diferentes especies de árboles y arbustos autóctonos en los tramos seleccionados, que van a crear una barrera que las lechuzas tendrán que sobrevolar y las alejará del tráfico.

El proyecto va a alargarse por un periodo de unos cinco años. Este tiempo es el que se estima que van a tardar los árboles en llegar a los tres metros, una altura que permitirá reducir significativamente la mortalidad por atropello.

En caso de éxito, esta misma idea se podría aplicar en otros países y zonas, con la esperanza también de mitigar la mortalidad por atropello.

La lechuza común es una de las aves más amenazadas por el ser humano debido a sus costumbres. Pero con la ayuda de proyectos como estos y la colaboración de la sociedad y las entidades conseguiremos que la especie vuelva a gozar de un buen estado de salud.

AUTOR
Frederic Ferrando (fredericferrando@outlook.es) es naturalista y fotógrafo de naturaleza. Ha estado durante 2021 estudiando las lechuzas y las iniciativas tomadas para ayudar a la especie a prosperar en ámbito estatal e internacional.

VERSIÓN EN PAPEL:
Publicada en Quercus 429 (noviembre de 2021).

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