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Las presas que ofrecen los prados invitan al gato montés a abandonar la seguridad del bosque

Macho de gato montés buscando presas en un prado recién segado (foto: Héctor Ruiz Villar).
Macho de gato montés buscando presas en un prado recién segado (foto: Héctor Ruiz Villar).

Gato montés: ecología de un fantasma

sábado 03 de mayo de 2025, 12:47h
Resumimos los resultados de diez años de seguimiento de gatos monteses en el sector occidental de la Cordillera Cantábrica. Un paisaje en mosaico donde se alternan las zonas boscosas bien conservadas con los pastizales de uso ganadero donde son abundantes las presas potenciales del felino. Un ejemplo de adaptación a entornos humanizados que permite comprender mejor algunos detalles de su ecología.

Por Héctor Ruiz Villar

En la mayor parte de su área de distribución, desde el Cáucaso hasta la Península Ibérica, los gatos monteses europeos (Felis silvestris) son animales tímidos, nocturnos y discretos. Auténticos fantasmas difíciles de ver y cuyo estudio requiere técnicas indirectas como el fototrampeo, la recogida de excrementos o el seguimiento de individuos con dispositivos GPS. Sin embargo, en la Cordillera Cantábrica, esta especie se materializa ante el observador mientras busca alimento en los prados de siega, una oportunidad excepcional que abre una ventana a su ecología. Los paisajes ganaderos de montaña combinan superficies considerables de vegetación natural con zonas transformadas que incluyen los mencionados prados, ubicados generalmente en los valles. En estos prados y pastizales habitan varias especies de roedores que constituyen una despensa formidable para los gatos monteses.

No obstante, y en este mismo contexto, los felinos también son vulnerables ante las actividades humanas, ya que su ecología espacial y trófica puede verse afectada por nuestro impacto sobre la localización y abundancia de recursos fundamentales: alimento y refugio en el caso de las hembras, y presencia de las propias hembras reproductoras en el caso de los machos. Además, el contacto frecuente pero impredecible con los humanos podría alterar el comportamiento de los gatos monteses, por ejemplo, al reducir el tiempo que dedican a cazar y alimentarse. Teniendo en cuenta que la presencia humana y la intensificación agrícola no dejarán de aumentar y que los pequeños carnívoros juegan papeles fundamentales en los ecosistemas, el estudio del impacto de nuestras actividades sobre estas especies debería ser prioritario para asegurar su buen estado de conservación en escenarios futuros.

AUTOR:
Héctor Ruiz Villar dedicó su tesis doctoral (Universidad de Oviedo) a la ecología y conservación del gato montés en paisajes humanizados. Se basó principalmente en datos recogidos por él mismo durante años de trabajo de campo en la parte occidental de la Cordillera Cantábrica, de donde es oriundo, en colaboración con el equipo de Francisco Palomares afincado en la Montaña Palentina. Actualmente es investigador postdoctoral Juan de la Cierva en el Área de Zoología (Departamento de Biodiversidad y Gestión Ambiental) de la Universidad de León, donde continúa estudiando la ecología y el comportamiento de pequeños y grandes carnívoros.

Dirección de contacto:
Héctor Ruiz Villar
hector.ruiz.villar@gmail.com

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