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Un día por la ruta del cernícalo primilla

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
Un día por la ruta 
del cernícalo primilla
La asociación conservacionista Grefa pone en marcha un ambicioso proyecto para reforzar la población
reproductora de cernícalo primilla en un gran
corredor de casi mil kilómetros, entre el noroeste
y el sureste de España. Un recorrido por el
sur madrileño y tierras alcarreñas nos permite
visitar uno de los tramos donde ya se ha
empezado a trabajar a favor de

este pequeño halcón amenazado.
Miércoles, 23 de junio. 9 de la mañana. Estación de cercanías de Majadahonda. Está repleta de estudiantes y trabajadores, que esperan el tren para bajar a Madrid capital, a media hora de trayecto. Me subo a la furgoneta de Ernesto Álvarez, que ha venido a recogerme desde el cercano hospital de fauna silvestre de la asociación naturalista Grefa, que él mismo fundó con otros amigos en 1982.

Por lo tanto, llevan funcionando más de veinte años. Algo bastante meritorio si tenemos en cuenta que lo han hecho por sí mismos, sin depender de Administración pública alguna y obligados por eso mismo a superar la precariedad de medios con muchas dosis de imaginación y entusiasmo. Durante todo ese tiempo, han pasado por el hospital de Grefa decenas de colaboradores y voluntarios, lo que ha permitido rehabilitar miles de animales enfermos o heridos.

Pero la cosa no acaba aquí. Han desplegado además un intenso trabajo de investigación y conservación de especies amenazadas, sobre todo rapaces, que les ha llevado a seguir con radio-emisores la pista del buitre negro (Aegypius monachus) en las montañas de los sistemas Central, Ibérico y Prepirenáico, a exportar buitres leonados (Gyps fulvus) para reintroducirlos en Italia o a criar en cautividad águilas reales (Aquila chrysaetos) y luego soltarlas en los montes gallegos.

Ernesto quiere enseñarme a pie de obra un nuevo proyecto y, para entrar en materia, nos acercamos a Torrejón de Velasco. Este pueblo cuenta con la principal colonia de cernícalo primilla (Falco naumanni) de la Comunidad de Madrid. La mayoría de las parejas, más de cuarenta, cría en las ruinas de su castillo.
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