Tras la pista del dodo por museos y pinacotecas
Pinturas de dodos:
una imagen perdida y otra recuperada
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
El dodo arrastra el triste privilegio de ser
la primera especie extinguida por causas humanas de la que nos han llegado
noticias documentales.
La mayor parte de sus representaciones gráficas proceden de pintores flamencos
del siglo XVII, ya que fue Holanda la
potencia colonizadora de Mauricio,
la isla donde vivió hasta 1662. Acosado
por la desdicha, algunas de sus imágenes
se han perdido para siempre, mientras
que otras han perdurado de forma milagrosa. Dos de ellas estaban depositadas
en la Galería de Pintura de Dresde,
ciudad alemana brutalmente
bombardeada durante la
Segunda Guerra Mundial.
La última cita fidedigna de un dodo vivo es del año 1662 y procede de un náufrago del Arnhem, galeón de la Compañía Holandesa de Indias Orientales que fue sorprendido por una tempestad en el Índico cuando regresaba con otros seis barcos desde Batavia, la actual Yakarta (Indonesia). Cuatro se hundieron, el Arnhem entre ellos, y los únicos supervivientes fueron 108 personas que viajaban en él y lograron embarcarse en uno de los dos botes de salvamento. El otro bote, también con pasajeros a bordo, se perdió en el mar. La tierra más próxima era la isla de Mauricio, que en ese momento, entre dos periodos de colonización holandesa, estaba completamente deshabitada. Durante la singladura y debido a la sed, la desesperación y la sobrecarga de la pequeña embarcación, se sucedieron escenas de horror que recuerdan a las acaecidas en la famosa balsa de La Meduse, inmortalizada por los pinceles de Delacroix. Tras beber agua salada e incluso su propia orina, algunos hombres se atacaron entre sí presos de la locura inducida por la deshidratación hipertónica. Varios fueron arrojados por la borda y llegó a proponerse que una persona fuese sangrada y descuartizada cada día para que las demás pudieran beber y comer, aunque el plan no cuajó debido a que los oficiales del barco temieron estar entre las primeras víctimas. A Mauricio sólo arribaron 80 personas, que se dispersaron en pequeños grupos por la isla en busca de agua y alimentos.