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El impacto del turismo en la Antártida

Texto y fotos: Andrés Barbosa

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:53h
El reciente hundimiento del crucero Explorer ha intensificado la preocupación mundial por el impacto ambiental del turismo en la Antártida. Por tratarse de una actividad en pleno auge, debe ser sometida a mayores regulaciones y controles, para aliviar así la presión de los más de treinta mil visitantes anuales que ya recibe el continente helado.
La Antártida, con sus catorce millones de kilómetros cuadrados de superficie cubierta por el hielo, es el único lugar del planeta con unas condiciones ambientales prácticamente prístinas, al menos de momento, a pesar de haber sido explotado desde la aparición de sus primeros pobladores, los cazadores de focas y ballenas.

Se estima que la caza de focas en sentido amplio, incluyendo también lobos marinos, llegó en algunos años a más de cien mil ejemplares, diezmando una buena parte de la población. Una vez abandonada esta práctica por poco rentable, las poblaciones de estos mamíferos marinos se fueron recuperando hasta la actualidad. Igual sucedió con las ballenas. A principios de siglo había instaladas en la Antártida varias factorías balleneras. Las capturas fueron abundantes, llegándose a matar hasta treinta mil rorcuales azules (Balaenoptera musculus) en la temporada de 1930-1931.
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