Aunque mucho menos conocido, en nuestra fauna hay un vertebrado tan amenazado como el lince y el águila imperial. Su área de distribución se ciñe también a la Península Ibérica, pero no atrae el interés de la prensa ni suele beneficiarse de los planes y medidas que se arbitran para otras especies más carismáticas. Nos referimos al desmán ibérico (Galemys pyrenaicus), un pequeño topo de hábitos nocturnos y vida semiacuática, al que dedicamos muchas páginas en este número de Quercus.
En concreto, publicamos un cuadernillo central elaborado por el equipo responsable del proyecto LIFE+ Desmania, que ha contribuido lo suyo a sacar del ostracismo a este auténtico duende invisible. Sobre todo en las dos comunidades autónomas donde se desarrolla el proyecto, Castilla y León y Extremadura. Empezaron hace casi seis años y lo han dado por terminado el 31 de diciembre de 2018. Entre sus éxitos, cabe destacar una fórmula de colaboración sin precedentes entre gestores e investigadores en pos de un objetivo común: salvar las poblaciones más amenazadas de desmán ibérico. Aunque no abunda en ninguna parte, la batalla por la defensa de esta especie se libra en las sierras del Sistema Central, que marcan el límite más sureño de su área de distribución. A día de hoy, estos últimos contingentes sobreviven acantonados en unos pocos cauces fluviales del noreste de Cáceres y el suroeste de Ávila.
Otro éxito del proyecto LIFE+ Desmania ha sido haber descubierto nuevas poblaciones de desmán ibérico en aquellos últimos reductos de la especie. Pero no nos engañemos: hablamos de poblaciones a menudo pequeñas, fragmentadas y aisladas, atrincheradas en ríos y arroyos de montaña que garantizan aguas limpias y oxigenadas. Una vez más, ese es el factor clave: la pérdida de hábitat. Urge mantener en buen estado los cauces donde aún vive este animalillo y restaurar aquellos que le permitan expandirse, lo que también obliga a conectar sus refugios mediante corredores específicos. Por otra parte, convendría reducir la presión que ejerce sobre nuestros desmanes el visón americano, carnívoro exótico e invasor, y no estaría de más que se reforzaran las actuales herramientas legales de protección de la especie y su hábitat.
Es preciso insistir en que el desmán ibérico depende por completo de que tengamos ríos de montaña en un excelente estado de conservación, donde abunden los macroinvertebrados acuáticos que le sirven de alimento. Es muy vulnerable, por tanto, a las barreras artificiales que interrumpen el caudal, aunque sean de pequeñas dimensiones, como azudes y represas. También es sensible a los vertidos contaminantes y a la destrucción de la vegetación ribereña, a menudo encubierta bajo falsas obras de mejora ambiental. Al ser un habitante de los sistemas montañosos, se ve asimismo perjudicado por el cambio climático, un escenario que no tiene visos de corregirse. Ahí están los escuálidos resultados obtenidos en la reciente Cumbre del Clima (COP24) celebrada en la ciudad polaca de Katowice. Los constantes aplazamientos se venden como males menores e incluso como grandes triunfos, cuando no son más que una flagrante demostración de la poquísima ambición política que se respira en esas reuniones, tan aparatosas como inútiles.
Evitar la desaparición del pequeño desmán ibérico y conservar sus hábitats exclusivos es una de las grandes asignaturas pendientes que aún tiene la conservación de la naturaleza en España. LIFE+ Desmania ha dado algunos pasos hacia ese objetivo e iniciado una dinámica de trabajo que conviene aprovechar. No sobra nadie, queda mucho por hacer y los plazos son cada vez más cortos.