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Urge pasar de las palabras a los hechos en el drama de los tendidos eléctricos

domingo 31 de marzo de 2019, 20:21h

El 1 de diciembre de 2015, cerca de la ciudad de Málaga, moría electrocutada el águila perdicera Oteo. Había nacido seis meses antes en un centro de cría francés y fue liberada a finales de esa primavera en la provincia de Álava. Gracias a su emisor GPS fue posible seguir sus movimientos de norte a sur de España, a través de siete comunidades autónomas, hasta que murió al posarse sobre el poste de un tendido eléctrico malagueño. No era la primera vez que un águila objeto de seguimiento científico caía fulminada por ese letal latigazo de alto voltaje, pero Oteo fue sin duda la que colmó el vaso de la indignación. Es enorme la cantidad de aves que mueren en España por electrocución o colisión en este tipo de infraestructuras. Un problema mayúsculo que se ha convertido en el principal azote para especies protegidas y amenazadas, entre ellas precisamente el águila perdicera.

Tras la muerte de Oteo, dos biólogas expertas en rapaces y con muchas horas de campo a sus espaldas, Carlota Viada y Paz Azkona, decidieron que había que hacer algo para alertar a la opinión pública sobre este auténtico sumidero de fauna. Más aún, era el momento de exigir responsabilidades a administraciones públicas y compañías eléctricas sin andarse con paños calientes. A las primeras porque están legalmente obligadas a velar por la biodiversidad y a las segundas porque son las propietarias de la mayoría de los tendidos letales. Había que buscar y costear las mejores soluciones para evitar esa masacre incesante y silenciosa.

Las largas gestiones de Carlota y Paz dieron su fruto y en septiembre de 2016 se presentó en sociedad la Plataforma SOS Tendidos Eléctricos, formada por ONG como Ecologistas en Acción, Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), Sociedad Ibérica para el Estudio y la Conservación de los Ecosistemas (SIECE) y WWF España, pero también por otros colectivos como los Agentes Forestales y Medioambientales (AEAFMA) y los hospitales de animales salvajes (Amus y Grefa). La revista Quercus fue invitada a integrarse en este nuevo proyecto, un honor y una responsabilidad que aceptamos sin dudar.

Tras dos años y medio de trayectoria, la Plataforma organizó un taller monográfico el pasado 14 de marzo en Madrid, al que acudieron un centenar de invitados. Que sepamos, nunca antes se habían reunido en nuestro país tal cantidad de especialistas y profesionales directamente relacionados con el binomio aves-tendidos eléctricos: investigadores, técnicos especializados de numerosas comunidades autónomas, naturalistas, agentes ambientales y una nutrida representación de las compañías eléctricas. En un asunto tan complejo, y con tantos sectores e intereses implicados, hacía falta un encuentro de tales características. El cual, dicho sea de paso, tendría que haber sido convocado por el Ministerio para la Transición Ecológica para demostrar con hechos esa labor de coordinación de la que tanto presume. Así se le pidió expresamente desde la Plataforma SOS Tendidos Eléctricos en una carta enviada el pasado 16 de octubre a la ministra Teresa Ribera, de la que nunca tuvimos respuesta.

Ahora, tras las buenas sensaciones y las sinergias creadas durante el taller de marzo, el reto consiste en pasar directamente a la acción. Es urgente poner en marcha las actuaciones necesarias para abordar a gran escala y de una vez por todas el problema de la mortalidad de aves en tendidos eléctricos. Cuanto antes se modifiquen las líneas más peligrosas, cuanto antes se instalen los dispositivos más eficaces y duraderos, menos aves tendremos que recoger al pie de estos extraños y metálicos posaderos.

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