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Una especie centinela del efecto de los compuestos tóxicos en la biodiversidad

Un milano real exhibe su silueta característica (foto: Jorge Rodríguez Pérez).
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Un milano real exhibe su silueta característica (foto: Jorge Rodríguez Pérez).

Los datos colaborativos ayudan a entender el impacto del veneno en el milano real

lunes 31 de enero de 2022, 12:52h

La colaboración entre entidades conservacionistas y administraciones públicas para compartir información y el trabajo del voluntariado en la recopilación de datos de campo son hoy en día muy importantes para determinar las causas del declive de las poblaciones de las especies amenazadas. En ese contexto, el caso del milano real y el veneno es paradigmático.

Por Patricia Mateo-Tomás, Pedro P. Olea, Eva Mínguez, Rafael Mateo y Javier Viñuela

Si hay una especie que conecte el continente europeo de norte a sur, esa es sin duda el milano real (Milvus milvus). Miles de individuos de esta rapaz migratoria cruzan anualmente los cielos europeos, intercambiando sus lugares de cría e invernada entre el norte, centro y sur del continente, hasta alcanzar el norte de África o incluso las islas Canarias. Sin embargo, en las últimas décadas estos viajes podrían estar alterándose. La especie ha ido perdiendo terreno como reproductora en el extremo meridional de su distribución histórica. También parece haber desaparecido como reproductor del continente africano, donde no hay registros de cría desde hace veinte años, lo que relegaría su presencia como tal exclusivamente a Europa (1).

En España el último censo nacional de milano real, realizado en 2014 (2), estimó unas 2.300 parejas reproductoras. Es una cifra que, una vez tenidas en cuenta las posibles diferencias metodológicas, se consideró muy similar a la obtenida una década antes (3), pero que seguiría indicando un declive poblacional del 40% aproximadamente respecto al primer censo nacional de la especie realizado en 1994 (4).

AUTORES
Patricia Mateo Tomás es investigadora en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad, con sede en Mieres (Asturias) y dependiente de la Universidad de Oviedo, el CSIC y el Principado de Asturias.
Pedro Pérez Olea es profesor e investigador en el Departamento de Ecología y en el Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Global de la Universidad Autónoma de Madrid.
Eva Mínguez Jiménez se encarga de gestionar la base de datos del Programa Antídoto en WWF España.
Javier Viñuela Madera y Rafael Mateo Soria son investigadores en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, con sede en Ciudad Real y dependiente del CSIC, la Universidad de Castilla-La Mancha y la Junta de Castilla-La Mancha.

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