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Junio - 2020    26 de abril de 2024

Editorial

Este número de Quercus coincide con una convocatoria de elecciones generales en España. Como en ocasiones anteriores, las cinco principales organizaciones ambientales se han apresurado a hacer una serie de propuestas para que los partidos políticos las recojan en sus programas electorales y, ya en el colmo del desiderátum, se comprometan a impulsarlas si obtienen representación parlamentaria.

En concreto, el G-5 (formado por Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF) ha elaborado un documento de mínimos con 17 medidas que debería considerar el gobierno que salga de las urnas el 20 de diciembre. Entre ellas figura la creación de un Ministerio de Medio Ambiente con peso e independencia operativa e incluso una vicepresidencia específica, dotar de más medios al Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil) y reforzar la Fiscalía Coordinadora de Medio Ambiente y Urbanismo. También proponen incentivos fiscales para promover el ahorro, la restauración ambiental y el empleo verde, así como un modelo energético basado en las renovables. Y, en definitiva, políticas transversales que integren el medio ambiente en la actividad de todos los departamentos administrativos. Una petición lógica y pertinente que basa sus esperanzas en la entrada al ruedo político de partidos más sensibles a este discurso o, al menos, no una nueva mayoría de las candidaturas convencionales.
Dos años. Con este número de Quercus cumplimos dos años desde que dejamos atrás la etapa de la Editorial América Ibérica. Tampoco se trata de sacar pecho, pero el tiempo pasa tan rápido que casi no nos hemos dado cuenta. Hay dos cosas de las que podemos sentirnos orgullosos: haber mantenido contra viento y marea la línea editorial y, más prosaico pero no menos importante, sortear los escollos que amenazan a cualquier aventura financiera. Sabíamos cómo se hacía una revista, pero no cómo se pagaban las facturas. Bueno, sí que lo sabíamos, pero no éramos conscientes de lo difícil que resulta. Gestionar una empresa, aunque sea de mesa camilla, exige contaminarse de contabilidad, obligaciones fiscales y cuentas bancarias, por no hablar del duro tira y afloja con una buena pléyade de proveedores. ¡El mercado! También hay que ser precavido y guardar en la faltriquera lo que vas a necesitar al cierre de un trimestre. Parece que hemos descubierto la pólvora, pero ¿no habría otra forma de solventar estos asuntos?

Nos llegan muchas invitaciones para conocer sobre el terreno los puntos calientes de nuestra biodiversidad. Pero muy pocas veces podemos aceptarlas, ya que nos come el trabajo diario. Una a la que dijimos que sí, y nos permitió una escapada a la montaña cantábrica, vino desde la Fundación Oso Pardo este verano. El pasado 20 de agosto convocó en Cangas del Narcea (Asturias) un acto para dar a conocer su política de conciliación social en torno al oso pardo, que le ha valido el prestigioso premio Natura 2000 concedido por la Comisión Europea en 2015. Y, ya de paso, aprovechamos la ocasión para intentar observar algún oso.

Más de medio millón de ciudadanos europeos han pedido a Bruselas que no modifique las dos directivas que protegen la naturaleza en la UE, es decir, la Directiva de Aves y la Directiva de Hábitats. Ha sido, hasta la fecha, la mayor movilización en respuesta a una consulta pública lanzada desde la Comisión Europea. Sabedoras de lo que se jugaban, cuatro grandes ONG españolas pusieron manos a la obra para que nuestro país se sumase masivamente a esta iniciativa. Desde aquí damos las gracias a Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, SEO/BirdLife y WWF España, así como a los miles de lectores de Quercus que han apoyado la campaña Revive tu Naturaleza, de la que venimos informando últimamente. En la página 71 de este mismo número de la revista puede verse la prueba.

Empecemos por saludar la reciente recalificación a la baja del estado de amenaza del lince ibérico, que ha pasado de estar “En Peligro Crítico” a sólo “En peligro” en la archifamosa Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Desde Quercus nos sumamos a las celebraciones con entusiasmo. Es un reconocimiento al trabajo de muchos años por parte de organismos públicos, entidades científicas y organizaciones sociales, liderados por la Junta de Andalucía, garante de los últimos territorios linceros que nos quedaban. Además, los frutos del programa de cría en cautividad han empezado a reintroducirse en otras comunidades autónomas y en Portugal, lo que también ha sido una muy buena noticia. Estas reintroducciones han creado el germen de nuevas poblaciones, mientras que las medidas de conservación sobre el terreno, en los dos últimos bastiones de la especie, Sierra Morena y Doñana, han triplicado el número de linces en estado salvaje.

Andalucía vuelve a copar muchas páginas en este número de Quercus. Sobre todo, las que hemos dedicado al programa de reintroducción del quebrantahuesos en las sierras de Cazorla (Jaén) y El Castril (Granada), que ha culminado con el nacimiento del primer pollo en libertad en esta misma temporada de cría. Todo un éxito.

El quebrantahuesos estuvo distribuido antaño por los principales sistemas montañosos del país. Pero, tras la desaparición del último ejemplar que volaba precisamente en Cazorla a finales de los años ochenta, la población española quedó reducida a los Pirineos. Desde entonces se han planteado muchas iniciativas para devolver sus antiguos feudos a esta grandiosa especie de nuestra fauna. Ahora, por fin, parece que se han dado los primeros pasos.

Observar un meloncillo es una de las sorpresas más agradables que puede depararnos la naturaleza. Nuestro territorio es el único de Europa en donde vive esta mangosta y su biología está llena de singularidades. Por ejemplo, a diferencia de la mayoría de los carnívoros ibéricos, sus hábitos son plenamente diurnos. Además, las crías siguen en fila a la hembra y forman una divertida cadena viva que ha inspirado leyendas bien asentadas, como la de la célebre serpiente peluda que habita en Doñana.
Después de años de lucha en los tribunales, parece que por fin se ha cerrado el caso de San Glorio, tantas veces abordado en las páginas de Quercus. En una sentencia notificada el pasado 18 de marzo, el Tribunal Constitucional ha considerado nula la ley que en 2010 modificó el PORN del Parque Natural de la Montaña Palentina. Los cambios introducidos pretendían dotar de legalidad a un proyecto faraónico e incompatible con sus valores naturales. La empresa Tres Provincias planeaba construir una estación de esquí con más 50 kilómetros de pistas y 20 remontes mecánicos, capaces de transportar hasta 27.900 personas en una hora. Además de todas las infraestructuras y los servicios que acompañan a unas instalaciones de este tipo.
El 17 al 19 de abril Quercus monta su caseta en la Doñana Birdfair, que ocupa esos días parte de La Dehesa de Abajo, una reserva natural incluida en el municipio de La Puebla del Río, en la provincia de Sevilla. La Dehesa de Abajo es uno de los lugares más agradecidos de ese otro Doñana, grande y desconocido, que se extiende por el amplio colchón de arrozal, pinar y campiña que abraza al núcleo marismeño. Allá vamos con nuestro cuaderno 350 de Quercus, arropados también nosotros por esa mística de los números redondos a la que alude Santos Casado en su tribuna de este mes para Natural Historia.
Ha pasado ya más de una década desde que la avalancha de normativa sobre sanidad animal, para atajar la crisis de las vacas locas, privó a las rapaces necrófagas de una fuente de alimentación decisiva. Es decir, del ganado que se abandonaba muerto en el campo o era arrojado a los muladares tradicionales. Luego fueron precisos años de negociaciones orientadas por científicos y conservacionistas para que la obligación legal de retirar y eliminar las reses muertas se fuese relajando. Con las necesarias garantías sanitarias, se ha ido abriendo poco a poco la mano: primero mediante puntos de alimentación artificial para las aves carroñeras y, más tarde, autorizando que en determinadas zonas los restos ganaderos quedasen abandonados como ocurría antaño, sin tener que destruirlos o depositarlos en plantas de tratamiento.
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