Junio - 2020 13 de octubre de 2024
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Empecemos por saludar la reciente recalificación a la baja del estado de amenaza del lince ibérico, que ha pasado de estar “En Peligro Crítico” a sólo “En peligro” en la archifamosa Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Desde Quercus nos sumamos a las celebraciones con entusiasmo. Es un reconocimiento al trabajo de muchos años por parte de organismos públicos, entidades científicas y organizaciones sociales, liderados por la Junta de Andalucía, garante de los últimos territorios linceros que nos quedaban. Además, los frutos del programa de cría en cautividad han empezado a reintroducirse en otras comunidades autónomas y en Portugal, lo que también ha sido una muy buena noticia. Estas reintroducciones han creado el germen de nuevas poblaciones, mientras que las medidas de conservación sobre el terreno, en los dos últimos bastiones de la especie, Sierra Morena y Doñana, han triplicado el número de linces en estado salvaje.
Andalucía vuelve a copar muchas páginas en este número de Quercus. Sobre todo, las que hemos dedicado al programa de reintroducción del quebrantahuesos en las sierras de Cazorla (Jaén) y El Castril (Granada), que ha culminado con el nacimiento del primer pollo en libertad en esta misma temporada de cría. Todo un éxito.
El quebrantahuesos estuvo distribuido antaño por los principales sistemas montañosos del país. Pero, tras la desaparición del último ejemplar que volaba precisamente en Cazorla a finales de los años ochenta, la población española quedó reducida a los Pirineos. Desde entonces se han planteado muchas iniciativas para devolver sus antiguos feudos a esta grandiosa especie de nuestra fauna. Ahora, por fin, parece que se han dado los primeros pasos.
Observar un meloncillo es una de las sorpresas más agradables que puede depararnos la naturaleza. Nuestro territorio es el único de Europa en donde vive esta mangosta y su biología está llena de singularidades. Por ejemplo, a diferencia de la mayoría de los carnívoros ibéricos, sus hábitos son plenamente diurnos. Además, las crías siguen en fila a la hembra y forman una divertida cadena viva que ha inspirado leyendas bien asentadas, como la de la célebre serpiente peluda que habita en Doñana.
Después de años de lucha en los tribunales, parece que por fin se ha cerrado el caso de San Glorio, tantas veces abordado en las páginas de Quercus. En una sentencia notificada el pasado 18 de marzo, el Tribunal Constitucional ha considerado nula la ley que en 2010 modificó el PORN del Parque Natural de la Montaña Palentina. Los cambios introducidos pretendían dotar de legalidad a un proyecto faraónico e incompatible con sus valores naturales. La empresa Tres Provincias planeaba construir una estación de esquí con más 50 kilómetros de pistas y 20 remontes mecánicos, capaces de transportar hasta 27.900 personas en una hora. Además de todas las infraestructuras y los servicios que acompañan a unas instalaciones de este tipo.
El 17 al 19 de abril Quercus monta su caseta en la Doñana Birdfair, que ocupa esos días parte de La Dehesa de Abajo, una reserva natural incluida en el municipio de La Puebla del Río, en la provincia de Sevilla. La Dehesa de Abajo es uno de los lugares más agradecidos de ese otro Doñana, grande y desconocido, que se extiende por el amplio colchón de arrozal, pinar y campiña que abraza al núcleo marismeño. Allá vamos con nuestro cuaderno 350 de Quercus, arropados también nosotros por esa mística de los números redondos a la que alude Santos Casado en su tribuna de este mes para Natural Historia.
Ha pasado ya más de una década desde que la avalancha de normativa sobre sanidad animal, para atajar la crisis de las vacas locas, privó a las rapaces necrófagas de una fuente de alimentación decisiva. Es decir, del ganado que se abandonaba muerto en el campo o era arrojado a los muladares tradicionales. Luego fueron precisos años de negociaciones orientadas por científicos y conservacionistas para que la obligación legal de retirar y eliminar las reses muertas se fuese relajando. Con las necesarias garantías sanitarias, se ha ido abriendo poco a poco la mano: primero mediante puntos de alimentación artificial para las aves carroñeras y, más tarde, autorizando que en determinadas zonas los restos ganaderos quedasen abandonados como ocurría antaño, sin tener que destruirlos o depositarlos en plantas de tratamiento.
Nadie recuerda un año tan negro para el lince como el que acabamos de despedir: nada menos que 28 muertes, 21 de ellas por atropello. Muchos han caído en unos pocos tramos de asfalto perfectamente localizados, cuyo efecto letal podría ser desactivado –en todos ellos– por menos de lo que cuesta un kilómetro de autopista. ¿A qué esperan el Ministerio de Fomento y las comunidades autónomas linceras para ponerse manos a la obra?
Algunos de esos puntos negros han aparecido en carreteras donde hasta hace poco era impensable ver linces, como la Autovía de Andalucía. La lectura optimista es que su área de distribución aumenta, fruto de las reintroducciones y demás medidas para favorecer a la especie que se han venido aplicando en estos últimos años. Pero también es cierto que los linces se están viendo obligados a moverse más, con el riesgo añadido de ser atropellados, empujados por la necesidad de conseguir unas presas que escasean ante el nuevo brote de la enfermedad hemorrágica del conejo, devastador en zonas como Andújar-Cardeña.
En nuestro mundillo, bastaba con Ladis. No necesitaba de mayores presentaciones. Ladislao Martínez era un auténtico baluarte en una materia tan difícil como la política energética, que a todos incumbe pero muy pocos dominan. Había que tener sólidos conocimientos técnicos, estar al corriente de las compañías eléctricas y sus estrategias comerciales, meterse a fondo en los vericuetos de la Administración, manejar cifras y documentos clave… Unos documentos indigeribles, dicho sea de paso, que Ladis se despachaba con una abnegación rayana en el martirio. Por eso era el mejor formado e informado, por eso era demoledor en los debates. Incluso sus adversarios reconocían que era prácticamente imbatible. Además tenía una argumentación irreprochable, muy convincente, depurada en un sinfín de reuniones y asambleas. Pero, sobre todo, como confesaba a sus compañeros de mayor confianza, era tan arrollador porque sabía que, en el fondo, tenía razón. Ni más, ni menos. ¿Cuántos ingenieros y politicastros sucumbieron a su sereno vapuleo dialéctico? ¿Cuántas audiencias no cambiaron de bando después de oírle? Era una garantía, una apuesta segura: si participaba Ladis, ganábamos por goleada.
Más vale reconocerlo desde el principio: no podemos ser objetivos. Tampoco es obligatorio en un artículo editorial, donde lo que se vierte es precisamente la opinión de la revista, pero nos pasa siempre que rendimos homenaje a personas, organizaciones e instituciones que nos resultan próximas. En esta ocasión se trata de la Sociedad Española de Ornitología, que ha cumplido 60 años –¡se dice pronto!– en 2014. Lo mismo nos pasó con la Estación Biológica de Doñana el pasado mes de septiembre, con motivo de su quincuagésimo aniversario. Cifras que empiezan a ser, más que respetables, históricas.
A finales de septiembre, dos miembros de la redacción de Quercus acudieron al delta del Ebro, con el tenderete a cuestas, para participar en el Delta Birding Festival, organizado por Oryx, la Fundació Catalunya La Pedrera y el Institut Català d’Ornitologia. Dentro de las actividades paralelas hubo un recorrido ornitológico por varios de los mejores enclaves para observar aves. Entre ellos, la finca de L’Alfacada, que pertenece a una de las entidades organizadoras, la Fundació Catalunya La Pedrera, antes conocida como Territori y Paisatje. ¿Toda la finca? No: un pequeño reducto permanece en manos de su anterior dueño, un empresario italiano que organiza allí cacerías y francachelas. Dos semanas después de nuestro paso por la finca, el primer día hábil de caza en el delta del Ebro, fueron abatidas en L’Alfacada dos aves que no figuran entre las especies cinegéticas: un tarro blanco y un águila pescadora. Evidentemente, los delitos, pues de eso se trata, fueron cometidos en la pequeña parte que sigue siendo propiedad de un particular.
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