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Junio - 2020    27 de julio de 2024

Editorial

Hasta ahora, los incendios forestales eran un tema recurrente para cualquier medio de comunicación durante los meses de verano. Pero, a la vista de lo que está ocurriendo este año, insólitamente cálido y seco, van a convertirse también en protagonistas del otoño. Radios y televisiones abrían sus informativos con los fuegos desatados en el noroeste peninsular durante el mes de octubre, incluidos algunos que compartimos con el vecino Portugal. Un fenómeno que trasciende las fronteras europeas, como pudimos comprobar a raíz de los gigantescos incendios que han asolado California y causado enormes pérdidas materiales, ambientales y humanas.

Conocemos a Juan Clavero prácticamente desde que aparecieron los primeros números de Quercus. En muchos de ellos este biólogo andaluz ha dejado por escrito sus desvelos y batallas para parar los pies a toda esa horda de enemigos, reales o potenciales, que tiene la naturaleza, especialmente en su querida y biodiversa provincia de Cádiz. Además, gracias a Juan disfrutamos de una visión directa y privilegiada de todo cuanto se cuece en Andalucía sobre conservación de la naturaleza y en torno al movimiento ecologista. Cómo no recordar, por ejemplo y entre otras muchas colaboraciones, sus crónicas de los destrozos que especuladores urbanísticos y demás energúmenos ambientales estaban perpetrando en las sierras y las costas gaditanas.

Tres aves, un carnívoro, dos moluscos y una planta. Siete especies en total que el pasado 24 de julio el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente declaró en “situación crítica”. Las aves son el urogallo, la cerceta pardilla y el alcaudón chico. El carnívoro no podía ser otro que el visón europeo. En cuanto a los moluscos, ambos son bivalvos, uno de agua dulce, la náyade auriculada, y el otro marino, la nacra. La planta, una cistácea, es la jara de Cartagena. Son nuestras siete especies más amenazadas de extinción y así lo reconocen tanto la Administración central como las comunidades autónomas, pues la lista fue aprobada en la última Conferencia Sectorial de Medio Ambiente antes de las vacaciones de verano. Lo de “especies en situación crítica” es un término novedoso y de alcance doméstico, pero lamentablemente explícito.

Agosto. Pleno verano. Incendios. Una idea lleva a la otra. Como todos los años por estas fechas, toca hablar del fuego. Hay una triada que favorece su aparición: altas temperaturas, escasez de lluvias y fuerte viento. Cuando estos tres factores coinciden, es muy probable que se produzca un incendio forestal, ya sea por accidente, por negligencia o por causas naturales. Evidentemente, los pirómanos saben que tendrán más éxito si cometen sus tropelías bajo tales circunstancias. Un éxito que se mide en hectáreas arrasadas, suelos empobrecidos, daños materiales y, en ocasiones, vidas humanas. Bastante lo sabemos.

La prensa y los informativos se hacen eco rápidamente de estos sucesos. Veremos a periodistas ante un pinar calcinado, vecinos desalojados, alcaldes, bomberos, retenes a pie y espectaculares imágenes de hidroaviones y helicópteros esparciendo su carga de agua sobre las llamas. Vuelve a ser noticia algo que nunca deja de serlo, a pesar de las repeticiones. Como los atascos de tráfico y las fiestas populares. Verano.

Al cierre de este número de Quercus, WWF España había recogido ya 15.634 firmas en apoyo de la declaración del Mar de las Calmas, situado frente a la isla de El Hierro, como el primer parque nacional exclusivamente marino de nuestro país. La actual red de parques incluye dos espacios marítimo-terrestres, Cabrera y las Islas Atlánticas de Galicia, pero aún no cuenta con ninguno dedicado por entero al mar. Podría haber otros candidatos, cierto, pero ninguno con un nombre tan hermoso como el Mar de las Calmas.

La propia isla de El Hierro sirve de parapeto a los insistentes vientos alisios y sus aguas tienen la particularidad de ser una encrucijada entre el litoral y el océano abierto, entre las especies subtropicales y las norteñas. El edificio volcánico de El Hierro cae a pico bajo el mar, sin apenas plataforma continental, y de ahí que sean tan abundantes algunos cetáceos, como zifios y cachalotes, que suelen encontrarse bastante más alejados de la costa. Para remate, puede que sus aguas estén en calma, pero bajo ellas late una insólita actividad volcánica, como pudimos comprobar a raíz de las famosas erupciones del año 2011 al sur de La Restinga. Unas emanaciones gaseosas submarinas que albergan peculiarísimas comunidades vivas. ¿Hacen falta más razones para que el Mar de las Calmas se convierta rápidamente en un nuevo parque nacional?

El pasado mes de abril se confirmó que la almeja asiática (Corbicula fluminea), un bivalvo de agua dulce exótico, había alcanzado el Embalse del Ebro. Concretamente, fue hallada a orillas de La Población de Yuso, situada en tierras cántabras. La primera colonia del río Ebro fue detectada en el embalse zaragozano de Mequinenza en 2002. Así pues, ha tardado apenas quince años en llegar casi hasta su cabecera y hoy en día se considera extendida por toda la cuenca hidrográfica, incluido el Canal Imperial de Aragón. Un avance a todas luces fulgurante. Como buena especie invasora, la almeja asiática es de crecimiento rápido, alcanza muy pronto la madurez sexual, tiene altas tasas de fecundidad y su ciclo vital es corto. Vamos, que cuenta con un auténtico arsenal a su disposición.

Sabemos de sobra que editar una revista tiene sus riesgos y que es imposible dejar contento a todo el mundo. Procuramos, eso sí, ser honestos con nuestro trabajo y no meternos en más charcos de los necesarios. Debería ser suficiente para evitar malentendidos e incluso maledicencias. Pero no lo es. Así que no nos queda otro remedio que dejar por escrito, una vez más, cuáles son las líneas maestras de Quercus.

En primer lugar, ha sido siempre una publicación independiente. Su viabilidad nunca ha estado sujeta a ayudas y subvenciones, ni siquiera a los ingresos por publicidad, y ya se sabe que organismos públicos y anunciantes son los primeros sospechosos a la hora de obtener prebendas. El que paga suele exigir algo a cambio de su dinero y por eso hemos sido muy cuidadosos con los caudales ajenos, no fuera que estuvieran envenenados. Por fortuna, desde hace más de 35 años, Quercus se sostiene con el simple apoyo de sus lectores, lo que es una enorme ventaja. Sobre todo, porque nos concede una posición de partida ganadora cuando se trata de negociar asuntos que bordean lo que nos hemos marcado como admisible.

Hace pocas semanas nos quedamos acalambrados al saber que toda aquella pequeña fauna de saltamontes, grillos y chicharras, fieles acompañantes de nuestras andanzas campestres, está sumida en su propia primavera silenciosa. En efecto, un informe de la Comisión Europea ha sacudido de golpe nuestras ensoñaciones de un pasado más bucólico para colocarnos frente a la cruda realidad: una cuarta parte de las especies que componen la fauna europea de ortópteros está amenazada a causa de la intensificación de la agricultura. Una alerta que nos confirma esa sensación compartida por muchos otros colegas de que, en algún fatídico momento, ese bullicioso y omnipresente cortejo de invertebrados había dejado de saltar y cantar a nuestro alrededor.

Ni que decir tiene que los ortópteros vienen a ser como un maná para multitud de aves y otros pequeños depredadores vinculados a los ecosistemas agrarios, quienes tampoco pasan por su mejor momento. No es casualidad que primillas y sisones, por poner dos ejemplos bien conocidos por los lectores de Quercus, anden también de capa caída.

Hay ocasiones que nos proporcionan un buen termómetro para medir la temperatura y el grado de compromiso de una sociedad cuando lo que se ventila es la conservación de la biodiversidad. El domingo 12 de marzo se presenta una de ellas: la manifestación Lobo Vivo, Lobo Protegido, segunda convocatoria consecutiva tras el éxito cosechado el año pasado. La Puerta del Sol madrileña volverá a ser un escenario propicio para todos aquellos que quieran levantar su voz en defensa de una especie tan totémica como el lobo. Desde Quercus damos un apoyo incondicional a esta iniciativa y animamos a los lectores para que la secunden si llegan a tiempo de leer estas líneas. El año pasado fuimos más de 20.000 personas y ahora toca coger impulso y establecer un nuevo récord.

La Junta de Castilla y León, con el visto bueno del Ministerio de Agricultura, ha aprobado la aplicación excepcional de bromadiolona durante los primeros meses de 2017 para luchar contra las plagas periódicas de topillo campesino. Parece que esta vez los tratamientos van a ser puntuales y selectivos, aunque en temporadas anteriores se optara por sembrar indiscriminadamente de veneno los campos. Con escasos resultados prácticos y, todo hay que decirlo, importantes secuelas ambientales.

¿La decisión afecta a todos los cultivos? En teoría sólo a aquellos donde los topillos representan un riesgo para la cosecha. ¿Y cuáles son esos cultivos? Pues precisamente los de regadío. Quizá convenga recordar aquí que topillos campesinos ha habido siempre, aunque estaban recluidos en las zonas de montaña. Ha sido la agricultura de regadío la que les ha abierto las puertas antes cerradas de la llanura. Cuando la ancha Castilla se dedicaba al secano no nos enfrentábamos a tales problemas.

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